Aunque en la Argentina pasó casi inadvertido, el 9 de diciembre último se celebró en todo el mundo el Día Internacional contra la Corrupción, instaurado por las Naciones Unidas. La presidenta de Transparencia Internacional, Delia Ferreira Rubio, fue terminante al referirse al tema: “La indiferencia de los ciudadanos –dijo– es el mejor caldo de cultivo para que prospere la corrupción”.https://especiales.lanacion.com.ar/multimedia/proyectos/js/tableau.html?id=Percepcion_corrupcion_mapa2021&altoTV=6300&altoD=5750&altoM=5900&initialWidth=733&childId=anexo-VOAAMKDU45DFPK665RBOK6VLNU-0&parentTitle=Corrupci%C3%B3n%2C%20otro%20%C3%ADndice%20para%20preocuparse%20-%20LA%20NACION&parentUrl=https%3A%2F%2Fwww.lanacion.com.ar%2Feditoriales%2Fcorrupcion-otro-indice-para-preocuparse-nid10022022%2F
La más reciente calificación de Transparencia Internacional conocida hace pocos días, y que quedó plasmada en el Índice de Percepción de la Corrupción de 2021, señala que la Argentina no ha dado pasos significativos ni eficaces contra ella. Nuestro país cayó 18 puestos y quedó ubicado en la posición 96° entre 180 naciones. En 2020 ya había perdido 12 lugares en el ranking mundial, lo cual significó una recaída luego de haber escalado durante los años previos.
La calificación más destacada de nuestro país en el índice correspondió a 2019, cuando trepó 19 posiciones y obtuvo su mejor desempeño desde 2012, con 45 puntos. En ese último año de la gestión de Mauricio Macri, la Argentina había quedado en el puesto 66°, treinta lugares más arriba comparado con el último indice del 2021.
El referido ranking, que califica entre cero y 100 como mejor puntuación, evalúa a los países según el nivel de percepción de la corrupción en el sector público, construido a partir de datos de 13 fuentes externas: encuestas y evaluaciones realizadas por varias instituciones que incluyen especialistas en la materia, empresarios y consultoras.
Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda encabezan las posiciones con 88 puntos, seguidos por Noruega, Singapur, Suecia, Suiza, Países Bajos, Luxemburgo –todos con más 80 puntos– y Alemania, que mantuvo esa puntuación respecto del año pasado. Por el contrario, los países percibidos como más corruptos resultaron ser Somalía (13), Siria (13) y Sudán del Sur (11).
En el continente americano, el ranking lo lideran los mismos cuatro países. Canadá es el mejor posicionado con 74 puntos, pero con una caída respecto del año anterior cuando había obtenido 77. Le siguen Uruguay con 73 puntos, dos más que en 2020 y, al tope de la región y en tercer lugar, Chile, que mantuvo 67.
De Sudamérica, por encima de la Argentina se ubica – además de Uruguay y Chile– Colombia, con 39 puntos. Brasil obtuvo el mismo puntaje que nuestro país (38), Ecuador y Perú aparecen con 36 y Bolivia y Paraguay, con 30, se ubican por debajo.
El peor situado de la región vuelve a ser Venezuela, en el puesto 177°. Nicaragua, otra nación cuestionada internacionalmente por violación a los derechos humanos y a las libertades civiles, solo obtuvo 20 puntos. Quedó en el puesto 167°.
El director ejecutivo de Poder Ciudadano, capítulo argentino de Transparencia Internacional, Pablo Secchi, afirmó que el resultado para nuestro país es malo y que se observa una caída en la percepción de los consultados sobre el nivel de corrupción en el sector público.
Respecto de los factores que explican el deterioro en materia de corrupción en la Argentina, Ferreira Rubio enumeró la situación de los acusados por actos de corrupción, la relación del Gobierno con la Justicia y la falta de transparencia en la compra de vacunas contra el Covid-19. Destacó la creciente impunidad de la que gozan los involucrados en actos de corrupción y los reiterados intentos del Gobierno por colonizar al Poder Judicial. No menos peligroso consideró el proyecto que intentó modificar el Ministerio Público Fiscal. La gravedad de estos ataques llega hasta el nivel de la Corte Suprema de Justicia. Está claro que, sin un Poder Judicial independiente, la corrupción aumenta.
La Justicia lenta, ineficiente, politizada o secuestrada por el poder político es la mayor debilidad que enfrenta nuestro país para combatir la corrupción, ya que estimula en muchos poderosos una peligrosa ilusión de impunidad que los lleva a creer que sus actos corruptos jamás serán castigados y les permite, sin condena, reingresar constantemente a la esfera pública. Es imperioso que la Justicia imponga sanciones efectivas y ejemplificadoras.
Como país, debemos trabajar para cimentar una promoción eficaz no solo de una cultura de la legalidad, sino también de una cultura de la honradez, del esfuerzo y la responsabilidad.
Erradicar la corrupción no es fácil , pero es posible reducirla y controlarla activando los mecanismos previstos por la ley y las instituciones y aplicando las ejemplificadoras sanciones del sistema de justicia penal.
Fuentte: La Nación
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