Una historia sobre habitar lugares incómodos en la adolescencia

“La novela se trata de muchos inicios. Todo está todo el tiempo empezando para Malena, y sus descubrimientos se van revelando a medida que pasan las páginas. Descubre lugares, descubre el placer, descubre quién es, se descubre a ella misma”, cuenta Belén Mentasti, que acaba de presentar su primera novela, Ni chico, ni chica, que escribió durante la pandemia, pero recorre distintos puntos del país en los años ’90.

En 100 páginas, de la editorial Rosa Iceberg, la autora construye la identidad de la narradora y protagonista, que nació cuando todavía no era muy común hablar de lo cis, lo no binario, lo trans, la identidad de género. Todas esas palabras llegaron mucho tiempo después.

Malena tiene 16 años. En su casa se viven situaciones complejas. Su padre se fue y su madre está en un plano de ausencias, de ajenidad al mundo que la rodea.https://74172d0fd54e72ba6480d78116597c4d.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html"Ni chico, ni chica", de Belén Mentasti (Rosa Iceberg, $6.900).«Ni chico, ni chica», de Belén Mentasti (Rosa Iceberg, $6.900).

Un día, su mejor amigo, Manuel, le propone un viaje. Un viaje iniciático, una huida, una despedida del mundo que conocen. Se van de la hostilidad que los rodea hacia San Marcos Sierras, en Córdoba, en donde viven aventuras que harán que Malena haga otro tipo de viaje; uno interno, más profundo, de exploración.

“El relato transcurre a fines de los ’90 porque yo misma, unos años más tarde, viví una adolescencia donde todavía era todo un poco complicado. No era fácil habitar zonas grises ni generar cuestionamientos sobre la propia identidad de género. Malena es intersexual. En un momento de la historia, cuando aún vive con su madre, un ginecólogo la examina y dictamina que es casi normal. Es ese el detonante que la hace huir; el hostigamiento en la sala médica”, explica Mentasti y afirma que, así como ella, su personaje comienza a decir “yo no quiero esto, yo soy más bien esto”.

Está claro, continúa contando Mentasti, que no es que en este momento de nuestro país o del mundo (al menos del occidental), esté todo resuelto en el ámbito de las identidades y sexualidades disidentes, pero hay algunos avances.Belén Mentasti.Belén Mentasti.

Aclara, de todas formas, que tampoco “es un libro propagandístico, solo quise contar una historia, una historia de aventuras, de un viaje, de recorrer un camino que también es una forma de recorrido interno”.

Belén Mentasti tiene 33 años. Estudió publicidad pero lo que de verdad le gusta hacer es escribir.

“La primera persona que me hizo pensar en ser escritora fue Romina Paula. Luego, llegaron otras mujeres contemporáneas que me inspiraron. Lo que más leo y consumo son escritoras argentinas. Entre ellas a Selva Almada, Lía Chara, Ariana Harwicz, Dolores Reyes, Silvina Giaganti, Marina Yuszczuk, que fue mi editora, y Gabriela Cabezón Cámara”, cuenta.

Ni chico, ni chica fue seleccionada por el Fondo Nacional de las Artes (FNA) y un relato previo de Mentasti había sido premiado en la Bienal de Arte Joven en el año 2022.

Así fue como Marina Yuszczuk prestó atención a los relatos de Belén y le pidió el dato a su colega, Gabriela Cabezón Cámara, con quien la joven venía haciendo talleres hacía varios años.

“La escritura tiene que ver con la constancia y la disciplina que nos da un taller. Todos los lunes, Gaby nos hacía llevar al menos tres carillas y leerlas en voz alta. Es que para escribir hay que ser insistente. Las ideas aparecen pero hay que ponerles cabeza escuchando otras voces que te devuelven cosas que uno no ve. Los compañeros te ayudan a moldear, a afilar el material. Es como estar editando en vivo”, explica la autora.

Y afirma que sin dudas, también escribe porque el pasado –ese que atraviesa cuando delinea a Malena– también “se puede editar, las palabras se pueden volver a elegir, se pueden reemplazar por otras. La realidad, no. Y aceptarla puede ser muy difícil”.

Una familia cinematográfica

El apellido de Belén resuena. No es casual ni arbitrario. Es la hija del productor de cine y teatro Carlos Mentasti y nieta del fundador de Argentina Sono Film. Quizás por eso también la novela está plagada de imágenes visuales y ella misma está comenzando a escribir teatro, “estoy buscando una dupla para escribir una obra que tengo en mente”.https://74172d0fd54e72ba6480d78116597c4d.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html

“Crecí rodeada del mundo del cine. Cuando era chica mi papá era productor de cine en Telefe. Me llevaba a las oficinas y yo miraba absorta las películas enmarcadas. También me sumaba a una costumbre suya, yo tenía menos de 10 años, íbamos a las salas de cine a espiar a la gente. Él no miraba la pantalla, miraba las imágenes coloridas proyectadas en los ojos de los espectadores. Yo lo perseguía y me sentaba en la mitad de las escaleras y aprovechaba para ver pedacitos de sus pelis”, cuenta con una sonrisa Belén Mentasti.

Sus padres, sus hermanos y muchos amigos estuvieron en la presentación de Ni chico, ni chica. Ocurrió en Soria Bar. “El evento fue una celebración, la culminación de un ciclo. Terminar novelas y ponerles un punto final es muy difícil. Dicen que las novelas no se terminan, se abandonan. Y que la reescritura puede ser infinita. Esa noche charlamos un rato sobre el libro y leímos algunos fragmentos con Tamara Tenenbaum, Flor Dyzel, Verónica Volman y Natalie Dzigciot”, finaliza Mentasti.

Fuente: Clarin.com

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