Homenaje a Raúl Soldi en el 30 aniversario de su fallecimiento

«Quiero que mi pintura tenga un efecto sedante para el alma; que transmita paz, tranquilidad y, sobre todo, poesía». Esto admitía en vida Raúl Soldi (1905-1994, Buenos Aires), uno de los pintores de segunda generación de maestros argentinos que mantuvo una constancia de trabajo contundente y rastreables con obras distribuidas tanto en espacios públicos y privados, como dentro y fuera del país.https://www.instagram.com/p/C6B228bLMeM/embed/captioned/?cr=1&v=14&wp=858&rd=https%3A%2F%2Fwww.clarin.com&rp=%2Fcultura%2Fhomenaje-raul-soldi-30-aniversario-fallecimiento_0_66LFWRJ83G.html#%7B%22ci%22%3A0%2C%22os%22%3A1254.7000000476837%2C%22ls%22%3A330.5%2C%22le%22%3A747.2999999523163%7D

La galería Pinasco junto a los hijos del artista y depositarios de su obra, organizaron dos momentos de celebración para traer al presente a este artista nacional que posee dos cualidades muy evidentes. Por un lado, la forma de representar la figura humana, creando un arquetipo personal inconfundible, muy imitado y falsificado. Por otro, el uso del color y la forma de pintar, combinando pinceles y espátulas, con un tono medio alto lo que significa que sus obras en la gran mayoría abundan en tonos pasteles sin estridencias.Mural pintado por Raúl Soldi en 1954 dentro de un local de la galería Santa Fe.Mural pintado por Raúl Soldi en 1954 dentro de un local de la galería Santa Fe.

El primer acto de este homenaje tuvo lugar en el Colegio de Escribanos de la Av. Gral. Las Heras 1833, donde en 1972 se instaló un gran mural, un lienzo de 12 metros de largo y casi cuatro metros de alto que hoy puede disfrutarse porque allí funciona un restaurant. El segundo acto fue en el Espacio Pinasco de Avenida Quintana 125, donde combinando obras de la colección de la Fundación Soldi con obras del galerista, se recrea su trayectoria con obras desde la década del 40 a los ochenta.

Vida y obra

Nacido en Buenos Aires en 1905 en una familia de inmigrantes italianos músicos de profesión, su padre Ángel era chelista e intérprete de obras líricas y su madre Celestina, poseía un gran talento musical en tanto su tío era lutier.

La primera residencia fue al lado del Teatro Politeama en el centro de Buenos Aires, por lo cual cuando niño ya construía pequeñas escenografías inspirado en esta cercanía. Luego se familia se mudó al barrio de Villa Crespo. Su primer acercamiento a la pintura fue copiar un cuadro de Quinquela Martín. A los 16 años viajó a Europa con su familia y al llegar a Pinceto, el pueblo italiano de su madre hizo su primer fresco en una capillita románica del siglo XI dedicada a San Fermín. Regresaron brevemente a Buenos Aires, pero luego toda su familia se trasladó a vivir a Italia donde Soldi completó sus estudios en la famosa Academia Brera de Milán.En marzo, pero de 1966, Raúl Soldi finalizó su trabajo en la cúpula del Teatro Colón tras 41 días sobre un andamio de 30 metros de altura, para realizar su óleo de 16 telas “Alegoría a la música, al canto y al baile”.En marzo, pero de 1966, Raúl Soldi finalizó su trabajo en la cúpula del Teatro Colón tras 41 días sobre un andamio de 30 metros de altura, para realizar su óleo de 16 telas “Alegoría a la música, al canto y al baile”.

De regreso al país en 1933 se relacionó con Argentina Sono Film estudio que, por esos años y en adelante, marcarán la vanguardia de la producción de cine nacional. Soldi realizó escenografías en casi ochenta producciones del estudio. También formó parte de una convocatoria de la tienda Harrod´s, quien mantuvo un ciclo titulado “El arte en la calle” en el que invitaba a reconocidos artistas a diseñar las vidrieras de su local en calle Florida, junto a nombres reconocidos como Juan Batlle Planas, Raquel Forner, Horacio Butler, Héctor Basaldúa, Juan Carlos Castagnino, Emilio Pettoruti, Juan del Prete, Antonio Berni y Pablo Curatella Manes.

En 1945 se casó con Estela Gaitán, que trabajaba en Editorial Losada y comenzó su relación con el Teatro Colón y como ilustrador de «Cuentos fantásticos», de Edgar Allan Poe, «20 poemas de amor y una canción desesperada», de Pablo Neruda,» Juvenilia», de Miguel Cané y la Revista Proa.

En 1953 consiguió una casita en Glew donde descubrió que la capilla estaba toda blanca. Soldi pidió autorización al cura y en 13 veranos completó los trece murales que relatan episodios de la historia de Santa Ana, madre de la Virgen María, a quien está dedicada. Por ese mismo año, comenzó la cúpula de la Galería Santa Fe, donde pintó una gran espiral con sesenta y tres figuras, reunidas en catorce escenas, que actualmente está en tratativas de ponerla en valor.En 1953 consiguió una casita en Glew donde descubrió que la capilla estaba toda blanca. Soldi pidió autorización al cura y en 13 veranos completó los trece murales que relatan episodios de la historia de Santa Ana.En 1953 consiguió una casita en Glew donde descubrió que la capilla estaba toda blanca. Soldi pidió autorización al cura y en 13 veranos completó los trece murales que relatan episodios de la historia de Santa Ana.

Fue incorporado a la Academia Nacional de Bellas Artes en 1957 como Académico de Número y entre 1965 y 1970 ocupó el cargo de Prosecretario. En 1966, su amigo el escritor Manuel Mujica Laínez, lo recomendó para restaurar la cúpula del Teatro Colón. El mural mide 320 metros cuadrados, tiene cincuenta y tres figuras en cuatrocientos metros cuadrados y fue pintado en dos meses. Fue construido con tirantes y yeso belga muy antiguo que, al fraguar, forma una materia semejante a la madera, secreto de su acústica. Por todas estas obras Raúl Soldi ocupa un lugar especial en el arte nacional.

Mural del Colegio de Escribanos

En la presentación que hicieron sus hijos se comentó la génesis de este gran mural. En realidad, se trataba de un telón pintado para la representación de Las mujeres sabias de Molière en el Teatro Nacional Cervantes que el artista había pintado en 1964. Los montajistas del teatro lo animaron a llevarlo a su casa para que no se perdiera y, según Diego Soldi, el único lugar donde podía guardarlo enrollado era debajo de la cama matrimonial, aunque siempre que pasaba por el costado se golpeaba el pie con la viga que lo tensaba.

El Colegio de Escribanos propuso montarlo en un espacio que estaba vacante y Soldi completó un tramo pequeño que faltaba. Para inaugurarlo, el pintor pide especialmente que inviten al químico Luis Federico Leloir quien había ganado el Premio Nobel en 1970 pero era reconocido por su humildad. Cuando en el acto de presentación le extienden un cheque por la donación de su obra, Soldi invita al escenario a Leloir para cederle el monto para que siga con sus investigaciones.

Daniel, su otro hijo, recordó también los veranos en Glew, en esa casita dentro de un poblado de pocos habitantes, cuando su padre les pedía que armaran el break o la volanta, un carro techado guiado por un caballo con el que ellos iban a buscar a los amigos de su padre a la estación de tren. Recuerdan las tertulias entre ellos que construían esa comunidad de artistas por entonces, especialmente con Xul Solar y su mujer con quien mantuvieron relaciones casi familiares yendo a su casita en el Delta.

Espacio Pinasco

Con más de 20 obras clave de su vasta trayectoria, se puede ver en la galería desde un paisaje pintado en 1946, hasta un autorretrato fechado en los ochenta. En la recorrida se entiende cómo usó el color en forma diferencial para el paisaje o la figura humana, dando siempre un tono sereno a la representación, una especie de silencio especial.

Curiosa forma esta de mantener esa tranquilidad cuando él reconocía que amaba representar la música que estaba presente en su familia. Fue encuadrado dentro de la pintura sensible que abandonaba el dibujo minucioso de la época para hacer hincapié en el color, una técnica basada en la introspección, la cotidianeidad y la expresión de matices en figuras estilizadas y sutilmente deformadas que responden a una clara concepción bidimensional.https://d0ca10c01a025eafef6bf2d69342efa5.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html

Pinasco recordaba la muestra de 1992 en el Palais de Glace donde se expusieron más de 100 obras originales, en tanto se usó el espacio de la gran cúpula de la planta alta para reproducir la gran cúpula del Teatro Colón en una gigantografía."El break", de Raúl Soldi.  Óleo sobre tela, 55 x 65 cm.«El break», de Raúl Soldi. Óleo sobre tela, 55 x 65 cm.

Por la muestra pasaron más de cuatrocientas mil personas a lo largo de los meses que se mantuvo abierta y, algunos memoriosos como la crítica Laura Feinsilber, narraron que además del gran recorrido con sus originales, había una salita destinada a las copias, algunas magistrales otras demasiado edulcoradas, pues Raúl Soldi es considerado uno de los artistas con más obras apócrifas.

Treinta años de su fallecimiento honran esta enorme trayectoria y permiten traer al presente un artista que aparece en los recorridos turísticos para visitar la Capilla de Glew, o se lo admira siempre que se circula por una de las salas de ópera más importantes del mundo al nivel de teatros como la Scala de Milán, la Ópera de París, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan de Nueva York. Desde el mural de la estación de subte José Hernández línea D, con su obra «El ensayo» hasta la Galería Uffizi, en Florencia, el Museo Vaticano y el Museo Nacional de Bellas Artes. Un maestro argentino.


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Fuente: Clarín.com

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