Mala energía: un formulario fallido desbordó la paciencia de Martín Guzmán, la nueva víctima del “internismo exasperante”

“Enfrentamos también una oportunidad histórica para acelerar el desarrollo del sector energético, lo que sería transformacional para nuestros sistemas productivo y laboral”. La larga carta de renuncia de Martín Guzmán al ministerio de Economía, una “bomba” en la tarde fría del sábado, no mencionó concretamente a la palabra energía, o por lo menos no lo hizo en el contexto que podría esperarse: es el sector donde más descarada se ve y se siente la interna en el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

No sólo eso: los problemas con la energía son los que, finalmente, eyectaron a Guzmán del quinto piso del Palacio de Hacienda. No porque no tuviera otros asuntos vitales a su cargo, como la inflación y la relación con el FMI, por mencionar apenas dos, sino porque los cuestiones derivadas de la energía –una madeja imposible de desenmarañar heredada de las gestiones presidenciales de Cristina Kirchner y Mauricio Macri– marcaron su destino a fuego.

Guzmán aguantó al “enemigo” dentro de su propia estructura ministerial… hasta que no aguantó más. Quien quizás mejor definió la cuestión haya sido ex aliado y ahora colega ex ministro Matías Kulfas, quien renunció semanas atrás por circunstancias similares no sin antes hablar de un “internismo exasperante” en el área en una carta de salida mucho menos amable.

La gota

Minutos después de que Guzmán tuiteara su renuncia, Infobae habló con fuentes oficiales que lo conocen y estaban al tanto de su decisión. Las mismas mencionaron trabas y embestidas constantes que no hicieron mella en el discípulo de Joseph Stiglitz en términos personales, pero sí que se convirtieron en “insoportables” cuando comenzaron a frenar la gestión. “Gestión” es una palabra que el ahora ex ministro repetía todo en tiempo, una de sus obsesiones.Martín Guzmán con su hasta ayer subordinado Darío MartínezMartín Guzmán con su hasta ayer subordinado Darío Martínez

“No daba para más. Sin injerencia, sobre todo en Energía, seguir era un sin sentido. Estaba rodeado de incompetentes que no quieren hacer las cosas, que son la máquina de impedir. Pasó con la segmentación de tarifas, por ejemplo”, detalló una de las fuentes.

Un largo camino

Energía estaba bajo la órbita de Kulfas y pasó a manos de Guzmán a fines de agosto de 2020. En ese traspaso se hizo cargo del área Darío Martínez, un diputado K de Neuquén que nunca terminó de congeniar del todo con su jefe. Mucho menos lo hizo Federico Basualdo, un camporista que saltó del ENRE, el regulador eléctrico, a subsecretario de Energía Eléctrica. Una suerte de “guardián de las tarifas” de Cristina Kirchner, quien al parecer nunca habría terminado de confiar del todo en Martínez. Basualdo cumplió tan bien su rol que Guzmán intentó echarlo en abril de 2021. No pudo: Basualdo sigue en su cargo (al menos hasta ayer) y Guzmán está en su casa, quizá pensando su regreso a dar clases a la Universidad de Columbia, en Manhattan.Federico BasualdoFederico Basualdo

El tema de la segmentación de tarifas logró poner muy nervioso a un funcionario que lucía impertérrito siempre. En resumidas cuentas: Guzmán acordó con el FMI bajar los subsidios energéticos, para eso tuvo que aumentar tarifas y eso es algo que los camporistas dentro de su estructura nunca avalaron. Aumentó y prometió segmentar el cobro según ingresos. Para eso designó una suerte de “espía” dentro de su propio ejército: Santiago López Osornio, secretario de Planeamiento Estratégico y en teoría subordinado de Martínez, su subordinado.

Breve repaso de la interna de la interna. Guzmán era ministro y dentro de su estructura tenía a Darío Martínez, con el que no se llevaba bien. Uno de sus subsecretarios –funcionario de tercer rango– era Basualdo, con el que se llevaba peor aún. Para tener algún amigo dentro de su propia secretaría que no controlaba designó a López Osornio, con quien hizo las audiencias públicas para subir las tarifas y quien iba a implementar la segmentación que boicoteó el resto de la estructura. Todo, repetía el ex ministro, calibrado y con el visto bueno de Alberto Fernández.Santiago López Osornio, secretario de Planeamiento EstratégicoSantiago López Osornio, secretario de Planeamiento Estratégico

“Lo pidió el propio Presidente y ni el formulario para anotarse en la segmentación pudo sacar. Es de locos”, dijo ayer otro integrante del Gobierno. Y esa fue la gota que rebalsó el vaso de la paciencia de Guzmán. O quizás lo que lo llevó a darse cuenta de que ya estaba, que no iba a poder hacer nada más. En su entorno apuntan a Martínez como quien le impidió implementar un simple formulario.

La semana pasada, Infobae contó en detalle como el secretario de Energía le había delegado a López Osornio por completo instrumentar la Segmentación de Subsidios a Usuarios y Usuarias residenciales de los servicios públicos de energía eléctrica y gas y también hacer funcionar y mantener actualizado el Registro de Acceso a los Subsidios a la Energía (RASE).

Al igual que sucedió con el tema precios y la renuncia inesperada de Roberto Feletti, los funcionarios kirchneristas movieron las piezas para dejar solo a Guzmán con temas ultra sensibles. Quisieron hacer lo mismo con las comisiones para controlar la marcha del gasoducto Néstor Kirchner. La idea, reconocieron desde cerca de la Vicepresidenta en su momento, era dejarlo para que se involucre y se haga cargo en persona de los temas más urgentes. Creían, claro, que no lo estaba haciendo. “Qué quede expuesto, que se vea que no puede”, dijeron en su momento, con la esperanza de verlo fracasar. Un “que use la lapicera” a escala.

Todos los funcionarios cercanos a Guzmán renunciaron con él. Es el caso de Raúl Rigo, secretario de Hacienda; Roberto Arias, secretario de Política Tributaria; el secretario de Política Económica, Fernando Morra; y el subsecretario de Relaciones Institucionales del ministerio, Rodrigo Ruete. El secretario de Comercio Interior, Guillermo Hang, no confirmó su salida pero todos dan por descontado que se irá. Lo mismo López Osornio. De Martínez y Basualdo no había novedades, al menos hasta anoche.

El formulario fue un símbolo de que ya no iba a poder más. De que había llegado a su fin la idea de una agenda full time dedicada a “gestionar la política económica para mejorar la calidad de vida de los argentinos y las argentinas. Y trabajo con el presidente día a día en poder lograr que nuestra gente viva mejor”, como dijo Martín Guzmán el jueves pasado en una breve conferencia de prensa cuando le preguntaron por los nuevos rumores de su salida del gabinete. La última vez que habló como ministro.

Fuente: Infobae.com

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