Los ejes del cambio: ya se puede vivir en dólares y arranca la guerra laboral

Javier Milei movió anoche la pieza más importante del inicio de su mandato; el primer trazo real de un regreso a las promesas que hizo en la campaña. En medio de la espantosa crisis social, económica y financiera que vive el país, es fácil equivocarse a la hora de identificar y analizar los objetivos. El Gobierno arrancó la gestión con una devaluación que reconoce la realidad e inclusive aún queda corta, pero que tuvo como consecuencia estabilizar el dólar blue y los financieros. Luego decidió bajar la tasa de referencia y de plazo fijo y el esquema resistió sin subas importantes en el billete verde.

Quedó claro desde el primer momento que esas medidas ni siquiera podían considerarse un comienzo, mucho menos un plan económico. El mercado le dijo que sí a ese Milei inicial, pero a la espera de medidas de fondo. Ese “crédito” no parece eterno. Hasta ahora Milei hizo todo lo contrario a lo prometido en la campaña electoral: Luis “Toto” Caputo apareció en escena cuando sus proyectos de presidente del Banco Central y ministro de Economía habían marchado por otros caminos. Tampoco mantuvo Milei la primera línea de sostén político dentro de La Libertad Avanza que había mantenido desde que se lanzó a la presidencia.

Desparecieron entonces los nombres conocidos y vieron la luz nuevos aliados. Solo Karina, Nicolás Posse y Santiago Caputo se mantuvieron en la mesa chica. El resto de los hits de campaña del libertario pasó a segundo plano: el cierre del Banco Central, la dolarización o hasta el desarme inmediato de las Leliqs, que había sido anunciado como esencial para evitar una hiperinflación, fueron reemplazados por otras estrategias. El mileismo original bramó y fue expulsado del edén.TE PODRÍA INTERESAR

Nadie puede negar que el Gobierno de Milei despierte dudas y muchas. La política de comunicación del libertario exige algún ajuste para seguir la línea de acción presidencial. Su gabinete aún espera nombramientos clave y hasta hay áreas del Estado que no se sabe si continuarán o no. Hay ejemplos contundentes de esto: en Turismo no se conoce el destino ni de la Secretaría, ni quién se hará cargo realmente. Daniel Scioli, al que le pidieron que se quede como embajador, espera en Brasil que lo dejen tomarse un avión y volver a Buenos Aires a ocuparse del área Deportes y Turismo que siempre fue su gran amor. Karina Milei lo apadrina en ese intento, pero aún hay trámites pendientes. Es solo un ejemplo, pero que se multiplica en confusiones que se dan en todos los ministerios.https://74e7211b816bd4e27b5e71fcb9feb2c5.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html

Frente a toda esta confusión y cuando aún no termina de definir públicamente la dimensión de la espantosa herencia recibida de Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner, Milei eligió lanzar su Gobierno de la mano del mega decreto desregulador que anunció anoche en cadena nacional. Y no lo hizo pausadamente, sino tras un día clave para el control de la calle y sumando dentro del decreto tantos cambios y desregulaciones que era imposible encontrar ayer a algún argentino que tuviera una comprensión absoluta de lo que se estaba anunciando. Por eso resultó extraño el cacelorazo que organizó la izquierda y parte del kirchnerismo para protestar por “algo” que ciertamente era imposible que hubiera comprendido tan rápido.

Mucho menos cuando, más allá de todas las desregulaciones y privatizaciones que allí se incluyeron, el centro estratégico del DNU está fijado en dos decisiones clave: la modificación del Código Civil y Comercial,que permite el regreso inmediato del bimonetarismo en Argentina, y una reforma laboral tan amplia que nadie se atrevió nunca a impulsarla, ni siquiera durante el Gobierno de Carlos Menem.

No es casualidad que el anuncio de ayer estuviera rodeado de un ambiente muy similar al menemismo más puro; el propio DNU de Javier Milei tiene el antecedente mas cercano en el país en el decreto desregulación que firmó Carlos Menem para abrir la economía y el que también anunció el riojano por cadena nacional. En ambos casos, no solo se trata de decisiones puntuales que abren la competencia a algunos sectores, le dan guiños a otros (especialmente en el área comunicaciones liberando por ejemplo la cantidad de licencias par aun mismo titular en todo el país o propiciando las inversiones de Elon Musk), sino también avanzado con la mayor privatización de empresas públicas desde la era Menem.

Hay otros puntos del DNU que aparecen como revolucionarios, tanto que despiertan dudas sobre sus chances de cumplimiento. Las sociedades del Estado desparecen y dan paso a Sociedades Anónimas, simplificando así el camino a la privatización total. Desde la agencia Télam, AYSA, hasta Aerolíneas Argentinas; para sus empleados fueron puestas sobre la mesa como decisión irrevocable. En esto tambien apareció el Milei de campaña.

Los cambios laborales, con la eliminación de multas, la reforma a indemnizaciones, con autorización para que cada sector arme su régimen a medida, o las multas y sanciones para la toma de empresas, también levantarán polvareda. Tanto como la eliminación completa del actual sistema de Comercio Exterior que elimina el registro de importadores y exportadores y establece un sistema de digitalización que necesitará de una larga reglamentación. Todo esto sucede cuando aún no se sabe cómo volverá a funcionar el sistema de importaciones que esté frenado y que, dicho sea de paso, le permitió estos días al Banco Central reforzar reservas con los ingresos de dólares por exportaciones, que no tienen contrapartida de salida de divisas por pagos al exterior. 

¿Será factible que todo esto vea definitivamente la luz? Difícil confirmarlo ahora; un aluvión de presentaciones judiciales ya se ve en el horizonte y no solo por parte de los sindicatos o asociaciones profesionales, sino de cada sector de la economía que ahora puede perder protección estatal. Por solo mencionar un ejemplo: los efectos de la eliminación de la promoción industrial en todo el país.

En ese sentido debe hacerse una aclaración: desde que Milei ganó la elección, quedó en evidencia que su principal problema sería conseguir el número que no tiene en los recintos de Diputados y el Senado para aprobar las leyes de reforma del Estado que enviará a las Cámaras desde la semana que viene. Ese problema y la necesidad de negociar entre bancas y con los gobernadores de todo el país sigue vigente, pero con el DNU de ayer en marcha ahora cobra una importancia esencial la Corte Suprema que será, al final del día, la que deberá convalidar todas las decisiones que se tomaron en el decreto. En especial el máximo tribunal seguramente terminará definiendo la reforma laboral y de obras sociales que impulsa el Gobierno y que, seguramente, desatará una guerra sindical. Por eso es esencial tomar en cuenta que el decreto que ayer se conoció arranca declarando la Emergencia Pública en áreas clave del Estado. Sobre esa declaración que deberá dictaminar la Corte cuando le lleguen las decenas de recursos que seguramente presentarán los sectores afectados por la mega desregulación que se lanzó ayer.

Mientras tanto, Milei corre con una ventaja que, curiosamente, en parte debe agradecerle a Cristina Fernández de Kirchner. El DNU que ya publicó en el Boletín Oficial está vigente, todas sus disposiciones pueden estar operativas de inmediato y lo seguirán estando, salvo que ambas Cámaras del Congreso lo rechacen, algo de muy difícil factura en estos tiempos. Esto es gracias a la reglamentación del uso de los decretos de necesidad y urgencia que Cristina Fernández de Kirchner hizo sancionar para su marido presidente en 2006 cuando fue senadora y presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de ese cuerpo. En ese momento reglamentó el mecanismo de revisión de los DNU, estableciendo que solo perderían vigencia con el rechazo de ambas cámaras. Mientras eso no suceda, esos decretos presidenciales de excepción continúan con vida.

En cuando a la vigencia práctica del bimonetarismo, también aparece allí el rastro histórico de Cristina Fernández de Kirchner, aunque esta vez en sentido contrario. En el DNU, Milei dispone establecer una redacción nueva para el artículo 765 del Código Civil y Comercial: “La obligación es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de moneda, determinada o determinable, al momento de constitución de la obligación, sea o no de curso legal en el país. El deudor solo se libera si entrega las cantidades comprometidas en la moneda pactada. Los jueces no pueden modificar la forma de pago o la moneda pactada por las partes».

Y sigue en el nuevo artículo 766: “El deudor debe entregar la cantidad correspondiente de la especie designada, tanto si la moneda tiene curso legal en la República como si no lo tiene».

Es decir, quien contrate en dólares o cualquier otra moneda extranjera solo extingue la obligación cancelando en la moneda del contrato. Esa redacción, en realidad, es similar a la que habían adoptado Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Aida Kemelmajer de Carlucci (redactores del nuevo Código Civil) cuando se hizo la última reforma, pero el texto fue modificado por la lapicera de Cristina Fernández de Kirchner, por entonces presidente de la Nación, eliminando la chance de mantener el bimonetarismo en los contratos.

Ahora no solo vuelve con fuerza la idea de la doble moneda contractual, sino que se dispone también la libre contratación, habilitando así al dólar como moneda vigente para cualquier tipo de contratación, esquema que rige desde hoy aunque seguramente sujeto a interpretaciones judiciales frente a cualquier demanda presentada por inconstitucionalidad del nuevo DNU.

Fuente: Mendoza online

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