Lo que se esconde detrás de la careta de la neutralidad

Está claro que para millones de argentinos ni Sergio Massa ni Javier Milei fueron su primera opción. Pero son ellos los que llegaron a segunda vuelta y solo uno gobernará el país durante los próximos cuatro años. Los dirigentes de Juntos por el Cambio han quedado en una encrucijada incómoda: avalar la corrupción que vienen criticando hace años (con el caso Insaurralde fresco en la memoria) o girar violentamente a la derecha poniendo en riesgo conquistas del pasado. Lo que exaspera es que especulen y piensen más en el costo político de expresarse, que en el futuro del país.

Porque detrás del llamado de «neutralidad» y la «libertad de acción» se esconde la preocupación de no meter la pata. No herir a su propio electorado. No elegir al candidato perdedor y quedar pedaleando en el aire.

Se puede discutir si está bien o está mal votar en blanco, impugnar o no ir a emitir el sufragio. Existen teorías varias sobre a quién beneficiaría esa decisión. Pero al menos es una expresión sincera. Lo que no se pueden permitir es la hipocresía. TE PODRÍA INTERESAR

La palabra hipócrita viene del latín «hypocrisis» que significan actuar, fingir. Tiene su origen en el teatro griego y se designaba hipócrates (hipócrita) al actor que utilizaba una máscara para representar otra personalidad. Hoy varios dirigentes políticos le están haciendo honor a la etimología.

Radicales que prefieren votar a Milei antes que darle un sufragio al ministro de Economía que hundió a los argentinos en mayor pobreza a inflación, pero que no lo dicen para no ser marginados en la UCR. O por el contrario, dirigentes de Juntos por el Cambio que están convencidos de que Massa es el único que puede tomar el timón del país pero que no salen a manifestarlo para no generar un divorcio con una porción importante de su propio electorado.

Hipócritas en tiempos de definición. Es hora de hablar sin eufemismos. Llegó el tiempo de dejar de lado la posverdad y las chicanas para definir qué rumbo tomará finalmente el país. 

Existen distintos argumentos para votar -y para no hacerlo- a cualquiera de los candidatos.  A Massa lo respalda su experiencia y su capacidad de diálogo, pero lleva la mochila del fracaso de este gobierno y de su propia gestión como Ministro de Economía. A Milei, en cambio, se lo pondera por venir de afuera de la política. No tiene gestión que mostrar pero si ha demostrado pericia en materia económica. Al menos en el plano ideal. En contra le juega su temperamento y su extremismo liberal defendiendo postulados que se transformaron en sapos que muchos ciudadanos no están dispuestos a tragar. 

Si bien el voto es secreto, los dirigentes argentinos tienen la obligación de manifestarse frente a un balotaje vuelta que determinará hasta qué punto los argentinos desean nuevas recetas para combatir los problemas de siempre. 

Fuente: Mendoza online

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