La teoría económica de Sergio Massa que la realidad de Australia contradice

El ministro Sergio Massa tuvo una movida agenda en los últimos días con distintos sectores, en el marco de la campaña electoral. Entre todas sus actividades, se reunió con referentes del mundo empresario e industrial que, tras la alocución del candidato, se llevaron en sus oídos la más más maravillosa música que podían escuchar: la promesa de que no habrá apertura indiscriminada.

El argumento en que se basó es que la medida terminaría con “gente en la calle y cierre de fábricas”.https://2cadbe2da3749f3faa0d3a77126ed9ac.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html

La declaración sale a contrastar con las propuestas de Javier Milei que apuntan a una economía que se maneje por las reglas de la competencia.TE PODRÍA INTERESAR

Si bien es cierto que por la frase original se entiende que podría aceptarse algún tipo de apertura, aunque no total, todo hace suponer que difícilmente haya cambios significativos en la materia en caso de consagrarse presidente, teniendo en cuenta los apoyos sindicales que viene cosechando desde el sector gremial, las pymes o de industrias protegidas como la textil.

La teoría de Massa respecto a que la apertura va acompañada de la pérdida de empleo es para tener en cuenta, aunque haya ejemplos que muestren lo contario, al menos, como el resultado final y no como las primeras consecuencias de la reformas.

Un caso es el de Australia. Es cierto que hay diferencias con Argentina, como cualquier país tiene con otro ya que no hay dos exactamente iguales, pero a la hora de agrupar en conjuntos, sin duda, hay características que pueden resaltar sus semejanzas naturales. Argentina se parece más a Australia que a Japón.

Coinciden en ser dos países de grandes dimensiones, poca población, gran cantidad de recursos naturales y una estructura agropecuaria de gran importancia.

Hasta hace unas décadas, las similitudes eran mayores en cuanto a desarrollo económico. Incluso, hasta en los problemas.

Durante los años ’70, ese país estaba golpeado por la inflación, el desempleo y el déficit fiscal, en un esquema de economía cerrada y nada competitiva. El costo de vida rondaba el 16% anual y la tasa de desocupación era cercana al 10%, niveles que eran considerados altos en ese momento para el país.

Entre los años ’80 y los ’90, hubo un cambio profundo fundamentado en una nueva filosofía económica basada en la apertura económica y la competencia.

Un dato trascendental fue que los dos partidos principales – Laborista y Liberal – lograron un acuerdo sobre la necesidad de ese giro, por lo que hubo un consenso a nivel nacional. Lo curioso del caso es que el primer ministro de aquellos tiempos, en los años ’80, era del partido Laborista y había sido jefe de la central obrera.

El pacto político permitió que se llevara adelante una campaña de concientización para explicar a la gente el por qué de las reformas, dónde se quería llegar, cuál era el proceso y cuánto tiempo llevaría. Se estableció un plan de contención social para tomar medidas duras.

De un país con alto proteccionismo, similar a la Argentina, se decidió dejar todo eso atrás.

Muchos sectores sufrieron las consecuencias. Incluso, algunos que tenían un gran peso, como el textil y el automotor, pero que producían productos caros que no se podían exportar.

La mano de obra era demasiado alta y no se correspondía con el nivel de eficiencia.

El Gobierno decidió que los sectores que no eran competitivos tenían que adecuarse o desaparecer.

Existían aranceles de importación elevados que fueron reducidos o eliminados, se quitaron subsidios a las industrias no competitivas.

Con una población, entonces, de algo más de 16 millones de habitantes, frente a miles de millones que había sólo en los países vecinos de Asia, la lógica que se aplicó era elemental: tenían más para ganar vendiéndoles a ellos de lo que esos países podían venderle a Australia.

Para eso, se creó una comisión para determinar, sector por sector, cuál podía subsistir sin necesidad de ayuda estatal. El principio que motorizó esa política se basaba en que el dinero de los contribuyentes no podía destinarse a sostener rubros ineficientes.

Se decidió dejar flotar el dólar australiano y se dispusieron desregulaciones para atraer inversiones extranjeras.

También se acordó con los sindicatos, el sector privado y el Gobierno limitar aumentos de salarios, a cambio de programas más fuertes de protección social y avanzar en reformas laborales.

Durante el proceso de transición de los primeros años se perdieron miles de fuentes de trabajo, pero no se tardó mucho en revertir la situación.

Todas estas medidas, a través de una mayor competencia, permitieron una gradual baja de los precios y lograr la estabilidad actual. La inflación anual se ubica en menos del 5%, aunque todavía está afectada por la tendencia mundial que dejó la pandemia. En 2019, había sido del 1,8%. En el acumulado de los primeros 23 años de este siglo, ronda una suba de poco más del 50%, lo que en Argentina equivale a 5 meses.

El desempleo está en los niveles más bajos en 50 años. Entre 3,4% y 3,7%. Aunque, en realidad, este es un dato técnico que no representa lo que sucede en el mercado laboral. Australia es un país que, permanentemente, está captando mano de obra de todo el mundo por la falta de trabajadores para realizar tareas que los australianos ya no quieren hacer.

Muchas personas que quedaron sin empleo, en su momento, fueron incorporados por los sectores que mostraron crecimiento. Para el resto, se implementaron distintas ayudas sociales

La asistencia a los desempleados depende de varios factores. Para los jóvenes, por ejemplo, había un período que recibían un monto máximo, con la condición de encontrar trabajo. El Gobierno los ayudó a buscarlo. Después de cierto tiempo, bajó la protección y entraron en programas obligatorios de capacitación para ayudarlos a conseguir trabajo.

Estos cambios hicieron que se fortalecieran nuevos sectores como el de los servicios, tanto financiero como de educación o turismo. El de la educación es muy importante. Es tercera fuente de ingresos del Estado. En una población hoy de 25 millones, hay 624.000 estudiantes extranjeros que pagan la universidad. No son tarifas altas como Estados Unidos y Europa, pero se pagan. También los australianos pagan.

Otro dato que muestran los resultados de largo plazo de la apertura económica y otras reformas que se llevaron a cabo, es que desde hace 30 años Australia no conoce la recesión, un caso único en el mundo. Esto pese al cierre de la industria automotriz o la reconversión de la textil.

En el caso automotor, en Australia se venden más del doble de 0km que en la Argentina, aún con la mitad de la población: más de un millón contra 440.000 unidades.

Pese a tener arancel 0 % para importar textiles, Australia exporta en este rubro siete veces más que la Argentina, que tiene una industria protegida.

El ingreso per cápita de la población se triplicó desde que se cambió el modelo económico. Supera los u$s60.000 anuales y está en el “top ten” país en el ranking mundial.

Fuente: Mendoza online

Sea el primero en comentar en "La teoría económica de Sergio Massa que la realidad de Australia contradice"

Deje un comentario

Su email no será publicado


*