Río 2016-vela: Lange y Carranza, una pareja perfecta

O DE JANEIRO.- Santiago Lange consulta cómo va el partido de Juan Martín del Potro ante Andy Murray. Así como no se le escapa ningún detalle sobre el agua, tampoco deja nada librado al azar con lo que ocurre a su alrededor. Es didáctico para explicarse. No utiliza el vasto vocabulario náutico, todo lo describe llanamente. Como es él. Por eso, quizás, es que recibe constantemente los saludos de otros navegantes desde el hangar donde se ubica el barco, sigue donde están los medios y hasta mientras lo entrevistan. Lo felicitan los rivales de su clase, Nacra 17, y de otras. Todos conocen a Lange, quien a los 54 años, vive sus sextos Juegos Olímpicos. El 2015 fue muy difícil para el doble medallista olímpico, que luchó contra el cáncer y le extirparon un pulmón. Lange y Carranza , que habían sido subcampeones del mundo en 2014, eran firmes candidatos a medalla en los Juegos de Río . Pero el episodio de salud del doble medallista olímpico oscureció cualquier pronóstico. Ni el más optimista pensó que podrían estar en esta cita olímpica, tan sólo un año después, peleando por el podio.

En las playas de la Bahía de Guanabara, Lange admite que a veces el esfuerzo de llevar al barco del hangar al mar, lo cansa. Cuenta también, que lo que no resuelve con el físico, lo hace con «el oficio» que ganó en tantísimos años de navegante. Y afirma que es su compañera del Nacra 17, Cecilia Carranza, quien más tiene que «tirar de los cabos». Carranza lo mira con admiración y dice: «Lo que veo en Santi es que cuando tenés una pasión lo podés hacer todo el día. Somos siempre los primeros en ir al agua en el entrenamiento. Eso es porque él siempre quiere mejorar. Me encanta navegar con Santiago porque se aprende mucho», afirma.

Los primeros Juegos de Lange fueron en Seúl 88, y desde entonces sólo faltó a Londres 2012. Ganó dos medallas de bronce en la clase Tornado, junto a Camau Espínola, en Atenas 2004 y en Pekín 2008. Ahora, junto a Carranza, de 29 años, está muy cerca de sumar otra. Esa que siempre buscó: la dorada. Acumulan 65 puntos en la tabla general y les llevan cinco a los segundos, un embarcación italiana. Los terceros computan 72 y los cuartos, 74. La medal race que correrán mañana suma doble. Es decir, al primero se le adicionarán dos puntos, al segundo cuatro, y así sucesivamente hasta el puesto 10.

En yachting, aquel que acumula menos puntos es el que gana. Con una posición entre el primer y el tercer lugar, Carranza-Lange se asegurarán una medalla de oro.

Pero eso no será nada sencillo. Ambos saben que la cancha de la Bahía de Guanabara es muy engañosa: «Hoy (por ayer), en la primera regata que íbamos ganando tranquilos, llegando a la boya de sotavento (lado opuesto de dónde viene el viento), nos quedamos sin viento. Vinieron barcos que habían hecho dos vueltas muchísimo peor que nosotros, y nos encontramos igual. Esto te puede pasar también en la definición de la medalla; por eso tampoco podés tener una estrategia muy conservadora», explica Lange. Y añade: «La mejor estrategia que podemos hacer es descansar bien».

Hace seis meses que Lange y Carranza llegaron a Río de Janeiro. Son los que más navegaron estas aguas. Ya forman parte del paisaje del club naútico de Marina de Gloria, que los adoptó como propios. A Lange no le gustan las medal race. «Es como una definición por penales. Todo se decide en 20 minutos», señala. Pero admite que son las reglas de juego y las acepta. Por lo pronto, estos Juegos ya son inolvidables para él y explica por qué: «Es que estoy acá con mis hijos. Estos son unos Juegos muy emocionantes para mí. Estuve en muchos, pero nunca lloré tanto como acá en la ceremonia inaugural, al otro día, viendo a mi hijos navegando (Yago y Klauss compiten en el 49er) y en las entrevistas. Es un regalo de la vida estar acá; me siento tan afortunado», cuenta, con una sonrisa que se expande como una mariposa. «Cuando mis hijos eran chicos yo viajaba mucho navegando y eso nos alejó; y ahora esto nos puso juntos, es muy lindo y lo agradezco mucho», concluye Lange. De alguna manera, él ya ganó su medalla.

Fuenta: La Nación

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