RÍO DE JANEIRO.- «¿Y si te despertás y tu sueño se hace realidad?», se preguntó ayer Paula Pareto en Twitter, recostada, con su medalla dorada sobre su corazón. Con el mismo temple e idéntica calma que enfrentó a sus rivales en el Arena Carioca 2, la Peque soportó el aluvión de la prensa y de los curiosos en la Casa Argentina, que se erige a pocas cuadras del Parque Olímpico.
«¿Cuándo viene Paula?», consultaba un dirigente. «Ya llega, ya llega», respondía otro. La ansiedad de la dirigencia argentina tenía varias urgencias: entre ellas, que Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), estaba en la Casa Argentina, sobre la avenida Embaixador Abelardo Bueno, a 20 cuadras del Parque Olímpico, y donde se homenajeó a la Peque. También estaban el jefe de gobierno de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta; Gerardo Werthein, presidente del COA, y Carlos Mac Allister, secretario de Deportes de la Nación. Se pensaba que llegaba por la puerta delantera. Allí estaban todos esperándola. Pero la ganadora de la medalla de oro en la categoría hasta 48 kg entró por la puerta de atrás y la marea, como un scrum, se movió para el lado opuesto. Algún camarógrafo se llevó un golpe y las amigas de Pareto padecieron el histérico oleaje que suelen ofrecer los periodistas cuando se busca una declaración o una foto.
Sin embargo, con el mismo carácter con el que Pareto soporta la presión de los grandes torneos, supo elegir el momento justo. Se deshizo con gracia de sus asediadores de turno y se lanzó con sus amigas y amigos a un pogo en el centro de la Casa Argentina. «Olé, olé, olé, olé, Paula, Paula», corearon todos y saltaron ante el bombardeo de los clics de los fotógrafos.
Después, la marea de periodistas volvió a raptarla y algunas de sus amigas sufrieron otra vez el arrebato y los empujones. Una de las víctimas de esa frenética manada fue Paty, una de las amigas de la Peque y compañera de fútbol: «Agobia. Nos cuesta entenderlo porque encima Pau es demasiado perfil bajo en su vida. Es gracioso y contradictorio verla a ella en este rol», describió. Con una remera blanca con las inscripciones de los Juegos Olímpicos de Río y un número de atleta con el apellido «Pareto» en la espalda, se identificaba al grupo de amigas y amigos de Paula, que se acercó a la decena y viajó a Brasil para alentarla. «Anto», otra amiga de su grupo íntimo, tampoco pudo creer lo que generó la medallista dorada: «Pobre, lo maneja súper bien, pero igual… La conocemos de toda la vida y se complica. No podemos abrazarla».
A Pareto la llevaban de un lado para el otro. Que una foto con Larreta, otra con Mac Allister o Werthein. La Peque seguía respondiendo preguntas, prestándose generosamente a la entrevista oficial que le hacía Leo Montero y las otras que le pidió la televisión. Jamás perdió la calma ni el humor. Relojeaba a su familia y amigas, cómplices de miradas y comentarios. Ante la consulta de LA NACION de cómo la definirían, su amiga Guadalupe sorprendió con la respuesta: «Ácida, simpaticona. Es muy agria, la amo», dijo. «Impecable», sentenció Anto. «Es única. Se vende con su sonrisita, como la chiquitita, rubia, de ojos celestes, pero tiene el humor más irónico que pueda haber en todo el grupo», se sumó Paty. Y coincidieron todas: «Es la mejor compañera».
Mirta Méndez, su madre, que siempre intenta acompañarla en los torneos importantes, fue otra de las más solicitadas de la noche. «Es un momento muy especial, con muchos años de preparación y de sacrificio. Es un premio muy merecido. No llega de casualidad, hay mucho trabajo detrás de esto», comentaba Mirta a LA NACION, disfónica, con el hilo de voz que le quedaba. En la Casa Argentina, su hermana Estefanía, su sobrina Juanita y su padre, Aldo, también estaban presentes. Y alguien más, con la voz desgarrada por la felicidad: su hermano Marcos. Gracias a él empezó practicar judo, a los 9 años. «Queremos que se tome vacaciones porque no lo hace nunca. Estamos en la playa y saca los libros de medicina», le contó a LA NACION, mientras que por enésima vez les advertían a todos los argentinos que se retiraran. Pasaron las 23 y hacía una hora que debía quedar el recinto vacío. Nadie quería salir. Todos buscaban que esa realidad de ensueño se perpetuara para siempre. Aunque eso ya lo es: la doctora Paula Pareto será eternamente dorada.
Así se gana en Judo
¿Cómo se gana un combate de judo, que entre las mujeres dura 4 minutos?El Ippon es como el KO en el boxeo: define la pelea y se asigna cuando se hace caer de espaldas al rival sobre el tatami. También es considerado Ippon cuando un competidor tiene inmovilizado al rival por más de 20 segundos o bien cuando golpea insistentemente el piso, en señal rendición. Otra forma de puntuar es a través del Waza-ari: es cuando el rival no llega a caer plenamente de espaldas. Dos Waza-aris en una misma pelea es equivalente a un Ippon. Hay una tercera variable que es el Yuko: con la misma esencia de las anteriores, pero aplica cuando el adversario cae de costado. Cuando un judoca queda boca abajo, o busca ponerse en esa situación, lo que persigue es anular la acción para reanudar la pelea en posición vertical. Mismo cuando se arrastra hacia fuera del tatami. En todos esos casos, el reloj se detiene. En caso de igualdad tras los 4′, se extiende la pelea hasta que alguien comete el primer error. Los combates también pueden definirse, en caso de igualdad, por tarjetas amarillas, que se aplican ante infracciones.
Fuente: La Nación
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