Con el poder del gol, River supera sus intermitencias

MAR DEL PLATA.- La Copa Argentina, en realidad, tiene un valor relativo. Es un torneo que, a medida que transcurre el tiempo, supera su dimensión, crece en el condimento especial del hincha, siempre interesado en sumar más medallas sobre su camiseta. Sin embargo, esta copa, la más federal, todavía es observada de reojo por la mayoría de los conjuntos populares de nuestro medio. No es, en líneas generales, la prioridad. Esta vez, tiene una carga mayúscula: no sólo se acaba a fines de este año (el torneo de primera, en cambio, continúa el año que vendrá), sino que tiene una recompensa sensacional: el pase directo para la próxima Copa Libertadores. Por eso tanto revuelo, por ejemplo, con los arbitrajes, con las sedes, con las fechas. Las discusiones bizantinas de nuestro medio, en realidad, lo superan: esta vez, las rencillas de bajo fondo tienen un sentido superlativo. Se entienden, entonces, las sensaciones de River. Un equipo que ya no juega: sufre. Eso sí: gana.

Las ausencias de Andrés D’Alessandro y Nacho Fernández no ofician, esta vez, como excusa. Más allá de que los mejores «pasadores», indispensables en el mediocampo, quedaron al margen por molestias físicas, la zona media millonaria no corre como antes, no juega como antes. Le cuesta todo un triunfo. Por eso, justamente el triunfo, se celebró con tanta efervescencia. No sólo River está instalado en las semifinales, a la espera del choque entre San Lorenzo y Gimnasia LP, también sobrelleva escollos con la eficacia de su nuevo estilo. Sufre y… golea. Toda una contradicción. O no tanto.

Unión fue un digno adversario. Es más: en varios tramos del desarrollo, el noble equipo santafecino le provocó a River algo más que cosquillas. Batalla dio más de un revolcón. Y la salida de Maidana, por una molestia, generó revuelo, porque Arzura, el reemplazante, ocupó el mediocampo y Ponzio se retrasó varios metros. El volante no suele ser una garantía en la última línea. Para sorpresa de muchos, ahí fue cuando River resolvió el embrollo. Como en el 1-0, fue Pity Martínez una pieza fundamental. Dos córners, dos goles de cabeza. El primero, apenas empezado el partido, encontró la cabeza goleadora de Driussi, indomable en el torneo local (con seis goles, es el artillero) y también esencial para abrir juegos cerrados. El segundo, cuando se venía la noche, el zurdazo descubrió la cabeza de… Arzura.

Después, sí, River encontró serenidad, confianza y, sobre todo, la pelota. Es un equipo que no sabe cómo jugar sin el balón. Se fastidia, se desconcentra, se marea. Padece embates profundos, extravía la línea en el círculo central, rara vez se sobrepone con una genialidad ni con un pelotazo. Un equipo limitado y entusiasta, como Unión, le desarticuló los esquemas. Le quemó los libros.

«La Copa Argentina es un torneo que a River le hace falta. Estamos enfocados de lleno en esta competencia. Nosotros, con el plantel que tenemos, esperamos conseguirlo», comentó Sebastián Driussi, el goleador, una de las respuestas en continuado del equipo millonario.

No tiene demasiados nombres que respondan a diario, en cada examen, con algo más que seis o siete puntos. Ni Batalla, ni Moreira, ni Mina, ni Alario, ni…: unos y otros, crean un mundo de excelencia en un partido y caen de rodillas en el siguiente. River, también como estructura, sube y baja. Hace tiempo que extravió esa sensación de calidad y fortaleza que tuvo, por ejemplo, en una goleada con Banfield, en el Monumental. Es una formación de vuelo terrenal, básico. Además, sufre afuera: otra vez, se lesionó Rossi, que jugó apenas un tiempo. Más las lesiones de D’Alessandro, Nacho, Larrondo, Lollo… Demasiada ventaja en un tramo clave. Y sin embargo, le sobra corazón. Se sobrepone a todo.

Al final, Alario selló una goleada impensada, con el poder de fuego de los de arriba, que aventan cualquier fantasma. «No somos Barcelona, debemos estar preparados -y lo estamos- para seguir en la búsqueda de los partidos cuando la idea de juego no sale, en muchos casos, por mérito del rival», reflexiona Marcelo Gallardo. Y River va…

Incidentes con los millonarios antes del encuentro

MAR DEL PLATA.- Un grupo de simpatizantes millonarios provocó incidentes antes del encuentro, por querer ingresar sin entradas. Durante algunos minutos se produjeron enfrentamientos con la policía, que provocaron heridos leves. Hubo corridas y tensión, aunque la situación se resolvió cuando comenzó el partido con Unión. En el estadio José María Minella, unas 23.000 personas respaldaron al equipo que dirige Marcelo Gallardo, lo que le dio un marco espectacular. Del otro lado también hubo colorido: Unión disfrutó del aliento de unas 4.000 personas.

Fuente: La Nación

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