Argentina-Paraguay: así fue el rechazo a la selección en Córdoba, con silbidos y salidas antes de tiempo

CORDOBA.- Lionel Mess i parece una especie de Dios en la selección argentina.Omnipresente y omnipotente. Rige todo al compás de su zurda angelical. No sólo lo que sucede dentro del campo de juego, sino también al costado de la línea de cal y en las tribunas. Por eso, ante la ausencia de ese dios humano que suele vestirse de celeste y blanco, se desajusta cada eslabón de esa cadena. El equipo pierde el eje, el entrenador queda bajo el dedo acusador y los hinchas se permiten dudar de todos. De los jugadores y hasta del sentimiento nacional.

Eso sucedió en la templada noche cordobesa. Y lo de templada es sólo por las sensaciones climáticas. Porque sin Messi, el seleccionado argentino volvió a mostrar una imagen fría. Sin ideas, sin rumbos, sin esa tranquilidad inconsciente de saber que cuentan con el mejor del mundo. Y porque sin Messi, el público vivió una noche ardiente. No por haber experimentado buenas sensaciones, sino porque se fue decepcionado con un grupo de jugadores que nunca entró en sintonía con el ambiente.

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La ausencia del fenómeno Messi se comenzó a sentir durante la venta de entradas. En marzo, cuando Leo vino a jugar contra Bolivia en este mismo escenario, las localidades se agotaron tres semanas antes del partido; ahora, se conseguían plateas hasta dos horas antes del inicio del juego. Según datos oficiales, asistieron 55 mil personas, dos mil menos que la capacidad total del estadio.

«La selección viaja al interior en busca del calor y del cobijo que no encontró en el estadio Monumental», fue el principal argumento cuando se tomó la decisión de rotar la localía por las diferentes provincias del país. Y así había sido siempre. Hasta ayer, claro, cuando sin Leo en el campo, los cordobeses le hicieron sentir el fastidio al equipo. El termómetro del hinchas se comenzó a sentir desde que la voz del estadio anunció la formación. Apenas Mascherano y, un poco menos, Higuaín fueron los que mayor afecto recibieron. Agüero y Bauza cosecharon, en cambio, un aplauso seco, casi con indiferen

Pero la indiferencia se transformó en un sensibilidad extrema a partir del minuto 18, cuando Derlis González marcó el 1-0 para el conjunto paraguayo. Y el Kun Agüero se convirtió en el primer apuntado por los silbidos, que fueron una constante hasta el final del partido. Primero, unos murmullos aislados. Luego, un malestar difícil de ignorar. Cuando el árbitro marcó el final de la primera etapa, todo el estadio silbó.

A los 31 minutos del primer tiempo, ya se había escuchado el primer «Dybala, Dybala, Dybala». Sin embargo, tras el penal que falló Agüero, Dybala pasó a ser un grito de guerra. Claro, el único motivo certero era que se trataba del crédito local, porque su ingreso no resultaba garantía de soluciones. Y cuando Bauza lo hizo entrar, lo puso nuevamente por la derecha, una posición que ya había generado polémica. De todos modos, los cordobeses celebraron la decisión. Eso sí, se quedaron con las ganas de vivir eso que el propio delantero había deseado en su cuenta de Instagram dos días atrás: «Mi tercer sueño es ganar y poder hacer un gol en el Kempes con la remera de la Argentina. Mañana (por ayer), los quiero a todos juntos alentando por mí y mis compañeros».

El final del partido terminó de sentenciar la ruptura entre el equipo y los hinchas. Fue la cuarta derrota de la Argentina como local en eliminatorias, y por primera vez en la historia se perdieron dos partidos en esa condición en el mismo torneo (en la primera fecha,

Fuente: La Nación

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