Agridulce: los buenos resultados y la crisis de los clubes

La actividad hípica en la Argentina vive un momento agridulce: si bien los jinetes nacionales consiguieron en los últimos tiempos muy buenos resultados internacionales, como en los Juegos Panamericanos Toronto 2015 y los Juegos Olímpicos Río 2016, los principales clubes viven una crítica situación económica.

Que tiene una primera causa visible: la migración de caballos a las afueras de la ciudad, donde sus dueños montaron la estructura necesaria para criarlos y disponer de ellos a tiempo completo. Como consecuencia, los clubes deben recortar gastos. Así sobreviven, pero sus instalaciones se deterioran y no lucen como en sus épocas de esplendor.

Tanto el Hípico Argentino como el Alemán de Equitación, ubicados en Belgrano y Palermo, muy cercanos entre sí y muy próximos al Aeroparque, sufren profundamente el éxodo. Tanto que teniendo capacidad para alojar 350 animales cada uno hoy albergan alrededor de 150 y no encuentran la manera de frenar la sangría, y mucho menos de atraer a nuevos socios. Las entidades creen que, además de agudizar la creatividad para abrir otras fuentes de ingresos, deben recibir un guiño gubernamental, como lo reclamó ante LA NACION Fernando Portiglia Tade, ex presidente del Alemán: «Hay que revisar tarifas y gastos generales. Los socios solos no podemos y no vemos un futuro brillante».

Desde luego, no se trata de un deporte accesible, y para reducir costos y achicar distancias los criadores fueron sacando de la capital sus caballos y llevándolos a establecimientos propios. Como los socios y sus ejemplares implican su mayor ingreso, la situación se les hizo inviable a los clubes. Gregorio Werthein, el presidente de la Federación Ecuestre Argentina (FEA), es consciente de eso, pero cree que las entidades encontrarán la manera de generar otros recursos: «Veo a los clubes buscando alternativas y migrando hacia nuevas fuentes de ingreso», afirmó.

Además, el hijo de Gerardo Werthein (presidente del Comité Olímpico Argentino) reconoce que se hace complicada la coexistencia: «En un radio pequeño tenemos muchísimos de los clubes históricos e importantes, y eso hace que haya una canibalización entre unos y otros», admite. Por el momento no hay grandes medidas, aunque Werthein aseguró que la FEA trabaja en ideas para crear un modelo sostenible para esos clubes. «Trataremos de apoyarlos desde donde podamos», agregó.

El Hípico Argentino y el Alemán tienen más de cien años. Con sus altas y bajas, han transitado ese siglo y fracción como las entidades más grandes de Buenos Aires, y de las principales del país. Hoy sus costos se les vuelven casi inabordables, entre los de mantenimiento de las instalaciones y los del personal, compuesto por dotaciones muy numerosas que están desde hace décadas, sin una reestructuración posible en el corto plazo.

El éxodo que padecen dio un sentido casi literal a un dicho que recorre hoy sus pasillos: «Quinta mata club». Matías López, miembro de la comisión directiva del Hípico, lamenta el despoblamiento: «Los clubes tratamos de sobrevivir». Y en ese intento esperan con ansias una ley para, por ejemplo, poder alquilar las instalaciones para acontecimientos privados, algo que hoy tienen prohibido. Ésa, según López, aparece como una medida esencial para solventar la actividad principal, la equitación.

Hay más factores que juegan en contra. Escasean los auspiciantes y no se vislumbra que haya estrategias ambiciosas para conseguirlos. Tampoco se renueva la masa societaria, y hay cada vez más vitalicios que dejan de pagar su cuota. El Hípico es el club insignia de la equitación nacional, pero le falta inversión en infraestructura, básicamente en las pistas, para darles un estándar europeo. «Tenemos un proyecto para hacerlo, pero todo es caro», lamentó López.

Elsa Ferrer, coordinadora general del concurso de San Jorge Village (uno de los más relevantes de la temporada) y socia del Argentino, opina que «los jinetes van haciendo sus propios lugares, por costo, pero la situación es más general. La gente se va a vivir afuera porque busca verde y no quiere estar más en la ciudad. Y el Hípico y el Alemán tienen estructuras de hace muchísimos años que cuesta mantener». Los clubes creen que el Enard ha dado un marco mucho más serio al deporte en general pero no tanto a la equitación, y por eso reclaman a la FEA que dé un paso adelante. «La federación tiene que ponerse en sintonía, para mejorar las pistas y los herreros. Hoy mejorar una pista cuesta cerca de 100.000 dólares», sostiene Ferrer.

Quienes viven el día por día de la actividad grafican el debilitamiento: «Hace tres décadas los clubes explotaban de caballos y no existía ni 1% de los lugares privados que existen hoy». Ahora, varios de los jinetes más reconocidos, como Luis Birabent, Luis Magnasco y Ricardo Kierkegaard, tienen desde hace años los caballos en sus establecimientos privados. Pero esto no implica que globalmente haya menos actividad. Lo hace notar Justo Albarracín, participante olímpico en Los Ángeles 84 y Atlanta 96. «Si a todos esos caballos se los desparramara entre los clubes, no alcanzarían los boxes», expresó.

Por el momento, y hasta que aparezcan alternativas y programas concretos de salvataje, el camino que queda es recortar gastos. Claro que eso resiente la calidad de lo que se ofrece a los socios. «Por eso estamos necesitando que los que están apoyen y pongan el cuerpo», advirtió Albarracín. Luis Magnasco, que posee 90 caballos en su Establecimiento La Victoria y fue uno de los pioneros en salir de la capital, piensa que la crisis es aguda y el recorte de gastos, ineludible: «No les queda otra, porque tienen exceso de personal con la mitad de caballos que tenían antes».

En paralelo, también los jinetes sufren la realidad económica: algunos no tienen caballo propio para competir. Por caso, Matías Albarracín, que obtuvo un diploma en Río en Janeiro 2016 con Cannavaro 9. Tras la cita olímpica, su dueño puso al ejemplar en venta y el platense se perdió el tradicional Derby General San Martín, organizado por el Alemán. «También la yegua que tenía Luis Birabent para los Panamericanos fue vendida. Para mantener el nivel no podemos bajar las pretensiones; hay que ver de dónde vamos a sacar los caballos», observó preocupado Justo Albarracín.

Mejoría, Pese a la economía

En contraposición con la crisis de los clubes más importantes, los buenos resultados deportivos, producto de la calidad de los jinetes y del trabajo en el semillero, son la luz al final del túnel. Gregorio Werthein es el primer optimista: «En lo deportivo hemos hecho muchas mejoras en los últimos años y los resultados nos avalaron en el alto rendimiento. En Río 2016 tuvimos un 10º puesto por equipos que no se lograba desde hacía cuatro o cinco décadas, además del diploma de Matías», apuntó el presidente de la FEA.

Justo Albarracín, a su vez, explica esas actuaciones positivas: «La alta competencia está muy bien y con perspectiva. Hay apoyo del Enard y de la federación y aparecen los resultados de lo que se trabaja desde hace años», destacó. Aunque reconoce que la captación de adeptos es difícil. «La gente no es hípica. Acá no está la gente de dinero. Hay familias con dinero, pero se las cuenta con una mano; el resto es de clase media, media alta y mucha media baja. Los resultados tienen que salir de esa gente, y eso es complicado. En México y Brasil montan los ricos», opinó.

Fuente: La Nación

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