Ley de Alquileres: los contratos «blue» que nacen mientras se debate la reforma

Para los inquilinos, si alquilar fuese un objeto entraría en una caja, tendría cables de colores y sonaría «tic-tac». Se parece más a una bomba de tiempo que a una cuestión de la vida cotidiana y, mientras los legisladores buscan cómo desactivarla sin cortar el contacto equivocado, ellos y los propietarios se las arreglan como pueden y fundan un nuevo mercado. Uno que cualquier argentino conoce bien: el paralelo. Porque hecha la ley, hecha la trampa. Pero, si además la ley está en terapia intensiva, en el Congreso de la Nación, los familiares de ese paciente hacen lo que pueden. O sea, resuelven entre ellos. 

El oficialismo del Senado avanzó con la firma del dictamen de mayoría del proyecto de ley de alquileres que modifica lo aprobado semanas atrás por la oposición en la Cámara de Diputados. Asimismo, en el debate en comisión, el bloque de Juntos por el Cambio suscribió a otro dictamen que plantea sancionar la ley tal cual llegó de Diputados. 

En el primer caso se impulsa un proyecto que mantiene los contratos en tres años y establece índices de actualización de incrementos a partir del canon «Casa propia», que toma el promedio entre salario e inflación, establece que el pago sólo puede ser en moneda local, elimina la posibilidad de que los rentistas puedan pedir meses por adelantado, sostiene la obligatoriedad de registrar los contratos de alquiler en la AFIP e incorpora exenciones impositivas a los rentistas. En el segundo caso, se propone un plazo de alquiler de dos años y una actualización del valor cada cuatro meses. NOTICIAS RELACIONADAS

No se sabe cuándo va a sancionarse esta modificación, qué va a quedar efectivo y desde cuándo se va a implementar. Entonces, hay dudas y temor. Ni inquilinos ni propietarios saben bien qué hacer. La inflación y la depreciación del valor de los salarios son malabares con granadas para los que alquilan, por lo que muchos prefieren quedarse quietos, apostar a lo seguro, no mudarse y con eso ahorrar los otros costos que implica hacer esa gestión (traslados, muebles, pintura, arreglos, altas y bajas de servicios, entre otros consumos); para los dueños de inmuebles todo es incierto y aunque algunos se vuelcan al mercado de alquiler temporario, por plataforma, y en dólares, están los conservadores que prefieren tener una renta segura, a largo plazo y evitar así otros gastos como el mantenimiento de la propiedad vacía (expensas, servicios, mantenimiento). Por esto, surgen acuerdos, conversaciones y, en algunos casos, se llega a un acuerdo «blue» o paralelo. Pese a que hay contratos firmados, las partes se sientan y recontratan otra vez. 

Florencia alquila desde hace dos años un monoambiente en Villa Ortúzar. Paga $60.000 de renta y $25.000 de expensas. Su contrato vence en marzo, por lo que este mes le preguntó a la rentista qué piensa hacer con la propiedad, si hay posibilidad de renovación y en qué condiciones sería. La respuesta, lejos de aclarar las cosas para la inquilina, agregó incertidumbre, pero describe la realidad de miles. «No sé qué va a pasar con nosotros hoy…¿En 6 meses? Imagínate que si pudiera estar cobrando otro monto, como muchos, estaría más tranquila. Ya el alquiler quedó bajo, ni hablar de acá a las votaciones o a lo que siga, pero no me he planteado hacer alquiler temporario. Sí me gustaría un ajuste más justo para todo. Ya veremos qué pasa», escribió.

El caso de Verónica fue diferente. Ella es una usuaria de Twitter que contó su experiencia en la red social. «Te descuidás dos segundos y el dueño del alquiler te quiere aumentar 30 lucas así porque sí. Menos mal que hablé y me dice ‘tenés razón. SI PASABA PASABA , ARGENTINA UN PAIS CON BUENA GENTE».

Enzo, otro usuario de la red social, también compartió su testimonio. Con emojis de lágrimas y caras tristes lanzó: «El dueño del depto me pide buena voluntad para empezar a pagar 45mil pesos más de lo que pago de alquiler hasta que finalice mi contrato». Esto no es aislado, cada vez más propietarios le piden a sus inquilinos, directamente o a través de la inmobiliaria, hacer un ajuste entre partes antes de la renovación. Otros, proponen -o se niegan a- devolver el depósito como forma de compensación por la inflación que ya acumula 124,4% interanual y quedó muy lejos de los salarios. También están los que ofrecen renovar, pero sin contrato y con ajustes acordes a la inflación.

Hasta que haya una nueva ley y, sobre todo, alguien que se ocupe de su implementación y funcionamiento, alquilar puede ser caro, una cuestión de suerte y una angustia. Las negociaciones terminan de dirimirse como en el trueque de la plaza del pueblo a principios de dos siglos atrás y en el medio de un mercado con muchos datos, pocos parámetros y casi ningún acuerdo lo concreto es que la gente en algún lugar tiene que vivir y la vivienda es un derecho humano. 

Fuente: Mendoza online

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