Tres debates para pensar la Argentina electoral

Con enojo, con escepticismo, es difícil predecir resultados. Pero mucho más difícil es instalar un debate de ideas, máxime cuando asistimos a una pugna entre la ira y el miedo.

Sin embargo, hay algún consenso para afirmar que nadie gana antes de ganar y que, por la dinámica del contexto argentino, lo impensable y lo probable muchas veces confrontan.

Frente a este escenario electoral, con cistas a las elecciones del domingo, van tres debates para pensar esta Argentina electoral,

La falacia de suma cero y los chivos expiatorios

Las campañas son monologales. No hay interacción, no hay otredad, no hay interpelación. Cada cual con lo suyo.

Es común y mayoritaria la postura contraidentitaria en el discurso político actual: mi postura basada en la diferenciación con el contrario. Incluso legítima. Pero confundir mi elaboración contraidentitario, mis incomodidades políticas o ideológicas, con que todo lo de afuera es peligro o amenaza es otra cosa, es violencia.

En términos del filósofo Roger Scruton, esto pasa a ser una “falacia de suma cero”, un mecanismo de compensación que busca personas, entidades o clases a quien condenar como una explicación de lo que no tengo o no logro. El éxito de uno es el fracaso del otro. Activa un mundo de resentimientos transferidos que se retroalimentan.

Al chivo expiatorio, en términos de René Girard, se lo escoge porque ya está afuera del orden social. Es a quien todos tenemos derecho a matar. Entonces cada espacio (aunque debería llamarle bando) busca su propio chivo expiatorio como cotillón de campaña. Ya no hay argumentos de lo que cada espacio pudo haber hecho bien o mal, solo hay excusas transformadas en chivos expiatorios.

La presencia del Estado, un eje de la campaña de Sergio Massa
La presencia del Estado, un eje de la campaña de Sergio MassaMauro V. Rizzi

Y lo que sí hay, son exclusiones. Se ofrecen modelos de gestión de la Argentina en los que siempre alguien es dejado afuera, negado, excluido.

Voy a robarle léxico, de modo desordenado y descontextualizado, a la escritora Sara Schulman. Se busca denodadamente promover la estigmatización estratégica de la diferencia. Se apela a una supremacía moral, se sobredimensiona el conflicto para escalarlo en vez de resolverlo. Hay crueldad.

Negarse a hablar con otro sin condición de reparación es un acto de destrucción de la convivencia. Y la política electoral está carcomiendo las nociones de un consenso que, se presupone, es vital para un país en crisis.

Si en la construcción de ciudadanía el thymós es importante porque implica el anhelo al reconocimiento de la dignidad, esta política electoralista divide a la sociedad en grupos egoístas y pequeños, en desmedro de identidades amplias e integradoras, citando a Francis Fukuyama.

Horacio Rodriguez Larreta junto a Diego Santilli, en Avellaneda, con un discurso que promete dejaratrás la grieta
Horacio Rodriguez Larreta junto a Diego Santilli, en Avellaneda, con un discurso que promete dejaratrás la grietaRodrigo Nespolo – Canon digital

Una derechización con alertas.

Hace pocos días, España nos enseñó que la victoria anticipada y excluyente de un bando sobre otro, que esa gestión de expectativas de un ganador de antemano que amenaza con “tomar todo” o “ganar todo” excluyendo, humillando, genera estrategias defensivas. Ahí, fue el progresismo reaccionando frente al conservadurismo (al margen de la calidad de la gestión de quien gobierne).

Pero en Chile, hace muy poco, pasó al revés. Una elección constituyente en la que el progresismo excluyó del debate al conservadurismo, generó una revancha electoral con un resultado exactamente inverso.

La política de la exclusión es dañina. La política avasallante es peligrosa. Y la Argentina no es inmune a esos excesos. Una mayoría silenciosa envía mensajes. No tengo dudas en volver a afirmar que la Argentina transita con discreción, pero sin pausa, a un proceso de derechización de sus consensos.

Sin embargo, la última y reciente Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades de la Argentina, de la Fundación Colsecor, dice cosas: la “solidaridad” recuperó peso en las preferencias y se impone levemente a “la libertad” (35,5% y 34,5% respectivamente). Y aunque ambas empatan en preferencias, se ubican muy por encima de la idea del “orden”. Resulta interesante señalar la inversión y nivelación que se produjo entre los valores en el último año: en efecto, en 2022 las personas preferían ampliamente la “libertad” (el 47% la seleccionaba como primera opción) sobre la “solidaridad” (solo el 31% la ponía en el primer lugar de preferencia).

También aumentó la confianza en el Estado y se mantiene idéntica que la confianza en el Mercado. Cuando se pide a las personas que indiquen si valoran que el Estado tenga un rol importante en la vida de la sociedad, el promedio de valoración subió fuertemente a 7, luego de haber bajado a 5 en 2021 y 6 en 2022.

En una escala que va de 1 a 10, el 19,8% se manifiesta “muy defensor/a del Estado” eligiendo el 10, en tanto que un 14,6% se declara como “nada defensor/a del Estado” eligiendo el 1. Subió el 10 y bajó el 1. En estos extremos, curiosamente, se dan los valores más elegidos. El año pasado, el valor más elegido era el 1, mientras que este año, ese valor (llamado moda estadística) es el 10.

Respecto al mercado, su valoración promedio, se mantiene estable respecto al año pasado, siendo 7 (idéntico número). El 19,3% se declara muy defensor del mercado con relación a la pregunta “¿cuán de acuerdo está usted con la libertad de mercado como mecanismo de funcionamiento de la economía?”, posándose sobre el 10. El 14,4%, por su parte, se declara nada defensor del mercado, posándose sobre el 1. Es decir, que la moda estadística se da también sobre el valor 10, idéntico al año pasado (en una escala del 1 al 10).

Javier Milei, aportó a la campaña el debate sobre el papel del Estado y la libertad de mercado
Javier Milei, aportó a la campaña el debate sobre el papel del Estado y la libertad de mercadoLA NACION/Rodrigo Néspolo

Movimiento del sistema de representación.

Este contexto electoral se va dando en el marco de algunos movimientos políticos que le adosan más dinámica e inestabilidad al sistema político argentino.

a) Un rompimiento del sistema político a la mexicana. Primero se rompe abajo, se despega de lo nacional y luego se rompe arriba. Así se descuajeringó el sistema político mexicano y empezó a manifestarse en el nivel estatal (equivalente a nuestras provincias). Eso hizo que, en menos de un sexenio, la oferta política no tuviera nada que ver con los partidos dominantes de las últimas décadas. Hubo movimientos de trasvase dirigencial inimaginables en las elecciones provinciales en la Argentina, que nos acercan al caso mexicano: Neuquén, Río Negro, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, entre otras provincias. Y una gran incógnita con el peso final que pueda tener La Libertad Avanza a nivel nacional.

b) Hubo victorias sorpresivas en varias provincias, pero antes que eso, hubo malas gestiones o gestiones que arrastraban inercias de décadas y fueron cuestionadas. Donde perdieron los oficialismos, esa fue la constante. Por ende, provincial y localmente hubo mucho de “voto retrospectivo por desempeño gubernamental”. Traducido: voto castigo. Gobernar bien para ganar no es una opción.

c) La Argentina está viendo un recambio de los liderazgos nacionales. ¿Una de sus particularidades? Es un recambio de líderes (porteños o centralistas). Que el país tenga 24 distritos y suceda esto, habla de una asimetría en la representación nacional, en desmedro del federalismo.

* El autor es presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice) y director de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Austral.

Mario Riorda

Fuente: La Nación

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