Sobrevivientes del menemismo y el kirchnerismo advierten sobre la falta de horizontes del peronismo

“El peronismo fue un momento histórico que empezó en 1945 y terminó en 1955. Después vivimos de esos 10 años de éxitos hasta la década del ’70, donde la empezamos a chocar y, cuando volvimos a la Democracia, en 1983, fueron remiendos de aquello que había empezado cuarenta años atrás”, le dijo a MDZ un experimentado funcionario del Gran Buenos Aires.

“Los pibes ya no saben qué fuimos”, exclamó otro, más joven pero con tanta experiencia como el anterior. “No podemos entrarle con los mismos dirigentes que ya la gente quiere archivar”, se resigna, aunque en su municipio sigan ganando con una amplitud que espanta.

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“Ni siquiera podemos capitalizar los aumentos de precio que estamos soportando… La nafta, las tarifas de servicios, los colectivos… Nada. Y no porque no querramos, sino porque no podemos ni organizar una kermese barrial”, se lamentó.

Ninguno de los confidentes de MDZ habla del kirchnerismo. Casi que lo tomaron como un “espejismo que nació y murió con Néstor” ya que, para ellos, lo que vino con Cristina Fernández de Kirchner estuvo muy alejado de ser algo parecido a la renovación que él ex presidente generó.

Entonces, ¿Por qué no se van y la dejan sola? Le preguntó este periodista a uno que, desde su vista privilegiada de un importante despacho porteño, se sinceró: “Es que quedándote, algo ligas. Unos unas chapas, otros un auto y otros un pen house… Es según la suerte que tengas en este ecosistema, pero nunca te quedas con las manos vacías… Pero si te vas, andá a saber si ligas algo… No todos tenemos el estómago de Daniel Scioli”, sentenció.

Todos los días, en La Plata, se visualiza esta tensión entre ser o sobrevivir. Hoy mismo, una de las personas de mayor confianza de Axel Kicillof le confirmó a MDZ que el futuro de Fuerza Patria no existe y que la foto de unidad alcanzada con el corte de luz en la previa del cierre de listas se esfuma más rápido que las imágenes de Volver al Futuro.

Ni el mismísimo Sergio Massa, este lunes, pudo con su sola presencia imponer un mínimo orden político. Sergio Berni, ¿influenciado por Cristina Fernández de Kirchner como lo demuestra siempre? tiró una bomba al pretender un cuarto intermedio hasta que se eligieran las autoridades. Nadie quiso reunirse en las semanas previas, tal cual reveló, más tarde, Malena Galmarini en declaraciones periodísticas.

Gabriel Katopodis, el negociador designado por Axel Kicillof para discutir presupuesto y endeudamiento, estaba en el Senado al mismo tiempo que se debatían las vicepresidencias del Cuerpo. La más importante es la Primera, porque en caso de emergencia de la presidenta, Verónica Magario, su representante es quien queda a cargo. Las demás “vices” son decorativas, pero con un manejo presupuestario superior al de los legisladores rasos. El ministro, ganador en la elección de septiembre, tampoco pudo mover un centímetro a sus compañeros de aventura.

Es que nadie puede mirarlo fijo a Mario Ishii cuando a éste se le pone algo en la cabeza. La ausencia de una conducción se nota nítidamente en estas ocasiones. Luego de Eduardo Duhalde, inclusive con la gestión cambiemista de María Eugenia Vidal, la conducción política estuvo atada a los decisores nacionales. Ni Carlos Ruckauf, Felipe Solá ni Daniel Scioli pudieron escapar a esa lógica, en la que lo importante se definía en la Casa Rosada.

En su entorno dicen que fue solo para acompañar a su esposa, Malena. Sin embargo, llama la atención que ni con él presente pudieran llegar a un acuerdo por las autoridades de Cámara.
En su entorno dicen que fue solo para acompañar a su esposa, Malena. Sin embargo, llama la atención que ni con él presente pudieran llegar a un acuerdo por las autoridades de Cámara.

El que más libertad tuvo en ese sentido fue Kicillof. Pero su lealtad con la ex vicepresidenta Cristina Fernández en los primeros cuatro de su gestión no fue tan limitante como su propia inflexibilidad política.

El todo o nada, expresada en cada negociación realizada en los últimos dos años, y en la que perdió más de lo que ganó, se agudizará en sus años finales como gobernador ante la desconfianza que le generan sus socios políticos. Tiene la ventaja que le da una real postura con respecto de la transparencia de la gestión, pero ni en este sentido le sobra nada.

La llegada y la partida abrupta de Martín Insaurralde no lo rozó a pesar de lo escandaloso del suceso. Tampoco lo apuntaron como el último destinatario de las andanzas de Jorge D’Onofrio al frente del Ministerio de Transporte.

Pero esa suerte le puede cambiar porque la designación de Claudio Chiqui Tapia como su representante y presidente en el CEAMSE lo mete en el escándalo que se abrió por los fondos manejados con la AFA.

A pesar de lo que él o sus asesores crean, lo del presidente del fútbol argentino trasciende una posible necesidad libertaria por encontrar un nuevo hombre lobo, ya terminada el período del “miedo a Cristina». La sociedad lo culpa por los pésimos arbitrajes y de subir con la mano a varios de los clubes sin hinchas, como Barracas Central o Deportivo Riestra.

Ya empieza a correr el tiempo de descuento para que Kicillof consolide su movimiento derecho al futuro y arme una “nueva canción”, sino el fastidio empezará a llegar a sus propios intendentes aliados.

Fuente: Mendoza online

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