Raíces de la crisis: la política le adeuda al campo un plan de largo plazo

En vísperas del desenlace electoral, las expectativas crecen respecto del resultado. Sin embargo, para los productores eso no alcanza para decidir cómo y cuándo invertir y si tiene sentido hacerlo. Este común denominador de incertidumbre, que atraviesa a todos los segmentos productivos, es el resultado de la ausencia de políticas de fondo para el campo en las últimas décadas.

Tan notorio es esto, que en los debates presidenciales en la primera y en la segunda vuelta no hubo un solo renglón de aliento para que el sector más dinámico de la economía argentina vuelva a arriesgar. Completa ese acto deliberado, la estimación imaginaria de la política que ya gasta a cuenta lo que cree que va a producir el campo. Y, sin sonrojarse, pasa por alto la sequía y una serie de hechos desafortunados y concatenados que nos pegaron de frente, y a muchos de nosotros, tan fuerte que ya no podremos levantarnos.

Los productores argentinos son competitivos puertas adentro; los problemas aparecen saltando la tranquera
Los productores argentinos son competitivos puertas adentro; los problemas aparecen saltando la tranqueraRodrigo Néspolo – LA NACIÓN

El cierre sostenido de los tambos, la sequía; y otras contingencias inesperadas hacen muy compleja la subsistencia del productor y alejan la rentabilidad, que es el horizonte de todos los trabajadores. Luchar contra viejos paradigmas que distorsionan la realidad del campo es un esfuerzo que no podemos hacer ahora cuando estamos concentrados en salir a flote. De la estancia con servidumbre no queda nada y las que quedan están en manos de dirigentes políticos que aprovecharon la concentración despiadada y la oportunidad del negocio inmobiliario.

La enorme y alta presión impositiva, la distorsión de la cadena, la unificación del tipo de cambio son algunos de los puntos que, con insistencia hemos planteado a la hora de orientar a la política en relación con las necesidades del campo. No nos damos por vencidos. No solo por la tenacidad, representatividad y solidez de la Mesa de Enlace, sino porque los dólares frescos de la producción son el molino de viento para que el país prospere, el campo crezca y todos los argentinos salgamos ganando.

La crisis del campo

Cierto es también que insistimos con estos ejes desde 2008 en adelante y desde entonces, y tristemente, no nos hemos empobrecidos solos. Lo que tributa el campo al agujero negro y sin fondo del Estado no se capitaliza en caminos y escuelas rurales, hospitales e infraestructura, investigación, nuevos mercados, seguros multirriesgo, el manejo de agua y tecnología. Nos quedamos con la idea vieja y remolona del granero del mundo, de la Argentina que tiraba manteca al techo y soñaba con alcanzar el estilo de Europa. Nada indica que eso vuelva a pasar, no sólo por nuestra magra imaginación para lograrlo sino también porque el mundo cambió y es importante ponernos a pensar cómo encajar y aprovechar las nuevas demandas para ser un poco más que lo que fuimos y, de una buena vez, animarnos a crecer.

Es hora de que la política perezosa se arremangue y piense nuevas fórmulas un poco más sofisticadas que la de gastar la plata ajena. Esa la sabemos todos.

La política, después de 40 años de democracia, nos debe un poco más a los argentinos. Es tiempo de que se ponga a la altura de las circunstancias y, sobre todo, a la altura de las expectativas que tenemos los que confiamos, a ciegas, que siempre se puede un poco más. De hecho, los productores argentinos logramos ser competitivos puertas adentro. Los problemas aparecen saltando la tranquera.

El país enfrenta el desafío de luchar contra viejos paradigmas que distorsionan la realidad del campo
El país enfrenta el desafío de luchar contra viejos paradigmas que distorsionan la realidad del campoCAMILA GODOY

Esfuerzos equitativos

La diversificación de la economía podría ser una salida inteligente que permita, no sólo el crecimiento de otros vectores igualmente importantes, sino, fundamentalmente, una morigeración en la enorme presión tributaria que sufre el campo. Esa distribución de esfuerzos, en modo equitativo, sería un paso hacia una relación más equilibrada entre las partes.

El campo, en síntesis, no espera nada de la política. Tanto es así, que para evitarle el trabajo de pergeñar las ideas, le ha presentado, con rigurosa insistencia, planes de trabajo, propuestas, soluciones y alternativas todas viables. Lo que esperamos, en todo caso, es que las pongan en marcha porque son, en definitiva, las fórmulas que darán oxígeno al campo, más ingresos al país, alimento a los argentinos y un sinfín de beneficios todos ellos imprescindibles.

Nos preocupa, frente a la tensa disputa electoral, que uno de los comunes denominadores de todas las fuerzas con representación partidaria sea la imposibilidad de quitar las retenciones. Sabemos que nuestra economía cruje de seca. El problema es que salvarla dependa de nosotros que vamos de mal en peor.

La dirigencia necesita un golpe de aire fresco. Ya no podemos refritar ideas viejas que nos saquen del paso. No podemos ir a comerciar con el mundo con una economía de monedero. Merecemos un poco más. Un plan de largo plazo. Con metas sencillas a cumplir y un norte previsible.

La Argentina no está para despilfarrar. Parada sobre pies de barro la golpean la Inflación, la pobreza, la desocupación y otros indicadores igualmente preocupantes, que también definen la política que signó al país de los últimos años. Todo lo que el campo puede, ya lo ha demostrado, Falta que la política muestre lo suyo para saber si está dispuesta a dar un salto cualitativo que nos ponga a todos de cara al futuro, a las oportunidades, al crecimiento y a la conquista de nuevos desafíos. Es simple. El campo ya hizo su parte. Falta que ellos hagan la suya. Corta la bocha.

El autor fue presidente de Confederaciones Rurales Argentins (CRA) entre 2019 y 2023.

Jorge Chemes

Fuente: La Nación

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