El desorden en la política local es mayúsculo, la inflación lo acompaña y de ahí que no resulte extraño el nivel de tristeza y a la vez ansiedad en aumento que registran todas las mediciones que se hicieron en los últimos 15 días. La semana pasada fue una muestra más que clara de esta aterradora foto de la realidad.
Un solo dato pareció dar alguna certeza en lo inmediato: la cercanía de Horacio Rodríguez Larreta con el radicalismo y el juego de garantías (a pesar de no estar aún cerradas) con Martín Lousteau en la Ciudad de Buenos Aires, mostraron ayer el único ejemplo de algún avance hacia el 2023.
El resto, tanto en el PRO, como la UCR y mucho más en el Frente de Todos es, por ahora, una inmensa neblina plagada de incógnitas y de monstruos escondidos como si se tratara del film homónimo. Vale la pena repasar los hechos.
Capítulo 1. La votación del Presupuesto Nacional 2023 dejó más heridas en Juntos por el Cambio que las que se habían visto hasta ahora. No se trata, en este caso, de enfrentamientos por diferencias políticas, que también las hubo, sino por las negociaciones escondidas entre bancas y de madrugada que rompieron códigos entre algunos representantes del Pro y los radicales. En el recinto de Diputados, esa noche no se hablaba solo de darle la ley de presupuesto a Sergio Massa o negarla, sino que también se habían puesto en juego negocios complicados.

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Los radicales plantearon dar quórum y luego pelearle al kirchnerismo cada artículo en particular. El PRO se negó a dar el número, pero luego negoció parte de ese articulado, según denuncia en sordina la UCR. En ese juego hubo pelea entre radicales y halcones, Rodríguez Larreta estuvo absolutamente al margen.
Al día siguiente de esa sesión la pelea continuó con sangre. Patricia Bullrich acusó a los radicales por algunas ausencias en el recinto a la hora de votar temas clave como la nueva tasa sobre los pasajes aéreos. La UCR acusó a Bullrich de proteger a Javier Milei. Mas allá de ese tema hubo otros artículos mucho más complejos como el que le permite a distribuidoras de energía refinanciar su deuda con Cammesa o el que le paga a AYSA viejas acreencias.
Mientras eso pasaba, el Frente de Todos se frotaba las manos viendo cómo lograba aprobar el Presupuesto 2023 y en el mismo acto generarle una pelea interna de proporciones a Juntos por el Cambio. Elisa Carrió vio venir de lejos la nueva metida de pata de sus socios y optó por el silencio. También Mauricio Macri optó por un camino similar.
Los radicales continuaron bramando en contra del PRO todo el fin de semana. Uno de los conductores de la oposición en el Congreso le confirmó a este cronista que, de continuar este tipo de estrategias, esta sería quizás una de las últimas votaciones donde la coalición de JxC actuaría en conjunto en el recinto.
Esa bronca, que con cruces y otros justificativos se viene escuchando desde hace tiempo en otras bocas como la de Gerardo Morales o Facundo Manes. La cumbre de radicales de ayer en Costa Salguero sirvió para confirmar ese camino.
El 39° aniversario del triunfo de Raúl Alfonsín, de imprescindible recuerdo este año en medio de la polémica por algunos olvidos dolosos que mostró la película Argentina 1985, reveló una cara de JxC no vista hasta ahora. La foto fue clara: toda la UCR se abrazó con Larreta, Diego Santilli, Felipe Miguel y Emmanuel Ferrario. Ningún halcón estuvo presente y los abrazos más efusivos de los visitantes fueron con Lousteau. Todo el resto del armado PRO en la ciudad pareció quedar en duda.

Capítulo 2. Buena parte de Frente de Todos aún no entiende si le conviene o no derogar las PASO. La Cámpora sostenía hace no mucho más de un mes que derogar esa ley que hizo votar Néstor Kirchner traería serias complicaciones electorales a la hora de mantener a todo el universo peronistas en el redil. Hoy la posición es distinta y al punto que Eduardo Wado de Pedro avanzó con una suerte de amenaza nunca vista, al menos en público, en un ministro del Interior contra el presidente de la Nación.
Wado no solo dijo sonriendo que intentarían convencer a Alberto Fernández de la necesidad de derogar las PASO sino que le puso arriba de la mesa la presión de todos los gobernadores e intendentes. Y claramente de Cristina Fernández de Kirchner y la provincia de Buenos Aires. Se insiste: no está claro si todos los mencionados creen realmente que las condiciones políticas que habrá en el 2023 justificarán o no eliminar las PASO.
Alberto Fernández no puede hacer otra cosa que insistir en la necesidad de mantener esas primarias. La estabilidad de su Gobierno depende de poder mantener encendido el fuego hasta el año próximo pero, además, hay quienes creen en la intimidad presidencial que el nivel de conflicto en el Frente de Todos es tan grande y la imagen negativa de Cristina Fernández de Kirchner y también de Sergio Massa tan abrumadora que en el juego de candidaturas 2023 nada está cerrado.
De todas formas, tanto el número en el recinto de Diputados como el tiempo para votar algunos de los dos proyectos de derogación de las PASO están tan en duda que hoy la cuestión parece más una chicana política en abstracto que una realidad.
Capítulo 3. Es difícil pronosticar cómo será el fin de año para el país. Sergio Massa con sus negociaciones en el exterior y algunas medidas que impactaron en la macro logró estabilizar esa sensación de caída al vacío que se había instalado desde el final de la administración de Martín Guzmán. El acuerdo con el Club de París ayuda en ese sentido, pero el resto de la economía real no reacciona en el mismo sentido. La inflación superando el 100% anual hace imposible que un argentino medio administre su economía. Hoy existen al menos cuatro bonos extra anunciados para calmar el bolsillo de distintos sectores.
Algunos de eso anuncios pueden terminar siendo un tiro en el pie para Massa. El bono que nace ahora como una suerte de IFE 5 tiene más excluidos que beneficiarios. Las colas de quienes intentan cobrar como sea esas dos cuotas de $ 22.500 termina convirtiéndose en una plataforma de insultos para el Gobierno. Está claro que no lo puede cobrar nadie que alguna vez haya tenido la más mínima conexión con la regularidad económica. El problema es que no se lo dijeron a los cientos de miles que siguen intentando frente a las oficinas del ANSES.
Hugo Moyano y su hijo Pablo negociaron a la baja, aunque no lo digan en público, la paritaria de camioneros que arrancó con un pedido de 131% y terminó en 107 % más un bono en cuatro cuotas. Solo Dios sabrá si dentro de seis meses ese porcentaje fue una exageración o si Moyano se quedó corto con la presión. El acuerdo le sirvió a Alberto Fernández para calmar al camionero y hasta para que este lo apoyara en su pelea por mantener las PASO. Todo efímero con pronóstico reservado, como el resto de la política argentina.
Fuente: Mendoza online
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