No fue un fin de semana de definiciones finales, pero sí el adelanto de la velocidad que tomó la interna de Juntos por el Cambio (JxC) y que ya no podrá moderarse. Mendoza fue el escenario para que cada bando despliegue fuerzas ante un cierre que puede parecer inminente, pero al que le faltan varios capítulos todavía.
Hay algo que dejó claro para la política la Fiesta de la Vendimia: JxC entendió que no hay más tiempo para estirar definiciones; la aceleración la impone el electorado y el impacto va directo sobre la arquitectura que tendrán las fórmulas en la PASO. No está claro si algo cambió en la interna de la oposición en el fin de semana mendocino o si la beligerancia que se vio formó parte de una movida de piezas preparatoria para la batalla final.
El impacto, de todas formas, fue grande y hasta pareció desproporcionado para una coalición que pretende mostrar moderación política frente a la debacle que hoy exhibe el gobierno de Alberto Fernández. El minué de la “Vendimia política” tuvo pasos deliciosos.

Horacio Rodríguez Larreta pasó por Mendoza el jueves pasado en una estrategia que intentó mostrar un difícil equilibrio entre la lógica alianza que debe mantener con el radicalismo local de la mano del precandidato Alfredo Cornejo y su socio local Omar De Marchi, que amenaza jugar por afuera de Juntos si no le abren la competencia con apoyo del PRO nacional.
El jefe de Gobierno porteño alegó tener compromisos personales en Buenos Aires el fin de semana por lo que no se cruzó con toda la tropa de macristas y radicales que se movió fuerte en la Vendimia, incluido su socio máximo en la UCR, el jujeño Gerardo Morales. El viaje de Larreta, de todas formas, tuvo su rentabilidad en un punto en el que, curiosamente, tiene acuerdo con la postura de Patricia Bullrich: el PRO nacional cree que, con De Marchi o sin De Marchi, debe haber PASO con los radicales en la provincia. Es decir, ambos definieron, aunque con mayor o menor exposición pública, que no avalan una ruptura de De Marchi con la versión local de JxC, Cambia Mendoza. No es un punto menor y tiene fuerte impacto en la interna nacional de la oposición.
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Segunda escena. En el cronograma de la Vendimia hay un primer cierre en la “Gala de las Reinas” que el viernes a la noche sumó a toda la clase política y empresaria local y visitante. Allí Rodolfo Suarez se movió como anfitrión, aunque el organizador fue una empresa privada. En el VIP del Hotel Hyatt se vivió el primer momento de tensión que anticipó la velocidad política del fin de semana.

Radicales y macristas se cruzaron en la mesas con algunos guiños clave. Fue el primer anticipo: la pareja Luis Naidenoff-Carolina Losada no se cuidó mucho de marcar allí que en materia de alianzas la posición del jujeño Gerardo Morales no los representaba. Gastón Manes, presidente de la Convención radical, esperaba la llegada de su hermano Facundo y evitaba opinar del tema. Morales, unos metros más allá, se mantenía al margen, inclusive cuando llegaron Alfredo Cornejo y el gobernador correntino Gustavo Valdés.
Entre bandejeo de pequeñas delicias locales y copas como no podía ser de otra manera de los mejores vinos mendocinos, otro que miraba de cerca el paisaje político acodado en la barra era el presidente del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires, Lucas Delfino, un larretista de pura cepa que es la apuesta del PRO para ganar la intendencia de un importante municipio peronista del conurbano.
Al final de esa tertulia apareció Patricia Bullrich custodiada por Hernán Lombardi y por su marido Guillermo Yanco, al que la seguridad del lugar le bloqueó la entrada, igual que a Rodrigo de Loredo, y tuvo que volver después de la mano de su esposa para poder entrar.
El ingreso de la exministra de Seguridad de la Nación a ese exclusivo sector siguió con una eufórica bienvenida de damas mendocinas que la rodeó al mejor estilo de una estudiantina para sacarse selfies, entre risas y aplausos. Morales optó un rato más tarde por una salida de espaldas, discreta y sin saludo de despedida, junto a su esposa Tula Snopek. Ambos alegaron tener que volver a atender a su beba que, junto a la hija de Julio Cobos, fue sensación fotográfica del fin de semana.
El antecedente de esa noche permitió que no fuera tanta la sorpresa por la foto que ayer armó Patricia Bullrich junto a los radicales Cornejo, Naidenoff, Losada, De Loredo, más Emilio Monzó para mostrar músculo en la definición de la interna del PRO y del radicalismo.
Las esquirlas de ese movimiento, apresurado para muchos, se vieron rápidamente en el terreno social. Martín Lousteau, muy activo hasta ese momento, en el desayuno de Coviar y el lobby del Hyatt, optó por partir con su familia y no apareció en la fiesta grande de la Vendimia en el anfiteatro Frank Romero Day. Lo mismo hizo Morales, que evitó compartir palco con la delegación de radicales que fueron junto a Bullrich y Hernán Lombardi.
Mendoza será la previa, además de otro encuentro clave donde el correntino Valdés será anfitrión y que todos los presentes en Mendoza anticiparon como definitorio: un asado en la Casa de Corrientes el próximo miércoles donde Bullrich volverá a encontrarse con los mismos protagonistas de la foto mendocina, pero en tono más electoral.
Por si algo le faltaba a la noche de ayer, Victoria Tolosa Paz, que obviamente nada tenía que ver con esa interna opositora, protagonizó un inentendible choque con Carolina Losada y se negó a subir al anfiteatro en el mismo micro que los opositores. El gobernador Suarez le armó entonces una traslado especial, pero algo se había roto: cuando llegó arriba se negó a entrar y partió a pie con destino desconocido. Curiosa desprolijidad cuando el oficialismo nacional se había mantenido al margen de conflictos hasta ese momento con una delegación encabezada por Eduardo “Wado”de Pedro y Sergio Massa.
Fuente: Mendoza online
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