Como consecuencia del pedido de reimpresión de boletas electorales para los comicios del domingo 26 del corriente mes y su posterior rechazo judicial, se ha podido observar en los medios, y de manera reiterada, el formato de la Boleta Única de Papel (BUP) para la provincia de Buenos Aires, donde figura aún la imagen del excandidato José Luis Espert.
En realidad, es una nueva experiencia, pues con anterioridad cada partido tenía sus boletas individuales que pasaban inadvertidas antes de entrar al cuarto oscuro y no se comparaban con las demás. Esta vez es posible ver en una sola presentación todas las propuestas con sus logos y nombres encolumnados, uno al lado de otro.
Además del obvio contraste de la foto de Espert, encabezando una lista de la que fue descabezado, llama la atención otra circunstancia que el votante no hubiera percibido en elecciones anteriores sin la nueva BUP: la aparición de la bandera nacional como símbolo de un partido en medio de la papeleta.
La Bandera no es el símbolo de un partido ni de una facción: es de todos los argentinos
Es tan llamativa la presencia de la “enseña que Belgrano nos legó” entre una secuencia de diseños y colores partidarios, que la mirada se detiene y se hiela el corazón. ¿Qué hace alli el símbolo patrio, apolítico, celeste y blanco, sin mancilla, símbolo de unión entre argentinos y conmovedor testimonio de un pasado heroico?
El propósito de la agrupación Fuerza Patria al usar la bandera para sí, es obvio: tomar en provecho del peronismo toda la potencia emotiva que conllevan los 213 años transcurridos desde su creación, con siete generaciones de argentinos formados en valores que la identifican como símbolo del abrazo fraternal que nos unió como nación independiente.
Pero la bandera nacional creada en 1812, consagrada por el Congreso de Tucumán de 1816 y ratificada en Buenos Aires en 1818, no debe ser alterada ni usufructuada por nadie en particular. La ley 23.208/85 dice claramente: “Tienen derecho a usar la Bandera Oficial de la Nación el gobierno federal, los gobiernos provinciales y del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur”, mientras que los particulares pueden usarla “debiéndosele rendir siempre el condigno respeto y honor”.
En su actual presentación, donde el votante tendrá por primera vez, ante sí, varias columnas con distintos logos, aquellas personas ajenas al mundo de la política y carentes de debida información, podrían sentirse inclinadas a marcar con una cruz el partido que exhibe la celeste y blanca, pues es el único símbolo que reconocen como propio y ajeno a las parcialidades que representan los demás.
La bandera no es un símbolo cualquiera. El mismo lector de estas líneas puede comprobarlo por sí mismo si abre la página de la Cámara Nacional Electoral y accede a la imagen en colores de la BUP aprobada. Al decir de los jóvenes “es shockeante” encontrar la querida bandera metida allí, en un lugar al que no pertenece.
El tema no es nuevo, pero antes tenía otro impacto por la multiplicidad de boletas esparcidas sobre las mesas electorales. En 2003 Néstor Kirchner la utilizó como logotipo del Frente para la Victoria para las elecciones nacionales donde se postulaba como presidente y Daniel Scioli como vicepresidente. Aprovechó el sol como letra O y las dos franjas celestes para completar la imagen de la bandera nacional.
Lamentablemente, en 2011 la jueza federal María Servini de Cubría avaló que la boleta de ese frente, con la fórmula Cristina Kirchner–Amado Boudou para las elecciones primarias tuviese la bandera argentina y las imágenes de Juan Perón y Eva Perón, lo que había sido objetado por otros partidos políticos. La magistrada consideró que se trataba de “emblemas que están reconocidos» para el uso del Partido Justicialista que iba en alianza con el frente.
Bonito emblema el aprobado por la magistrada, ya que ambos candidatos, luego presidente y vicepresidente de la Nación, fueron condenados por delitos gravísimos y están cumpliendo penas de prisión. Un buen ejemplo (casi extremo) de por qué Servini debió fallar en contra del peronismo y a favor del interés nacional.
S hay una enseñanza que debe aprovecharse del debate sobre la reimpresión de boletas electorales es la referida al mal uso de los símbolos patrios en las papeletas que se presentan a comicios
La misma apropiación del símbolo patrio ocurrió en las elecciones de 2015, cuando los candidatos eran Daniel Scioli y Carlos Zannini. El primer postulante a diputado fue Jorge Taiana, como vuelve a serlo ahora.
En resumidas cuentas: si hay una enseñanza que puede aprovecharse de este debate legal acerca de la reimpresión de boletas es la del uso de los símbolos patrios en las papeletas electorales. La arbitraria sentencia de la jueza Servini respecto del anterior sistema de boletas individuales, no debe tener más vigencia cuando se utilizan las nuevas boletas únicas de papel. Las razones son obvias y si se requieren más explicaciones, están desarrolladas arriba.
Fuente: La Nación
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