La esperada paz en Medio Oriente

l cese del fuego se ha logrado en Medio Oriente merced, esencialmente, a la intermediación del presidente de los Estados Unidos, Donald TrumpHa llegado esta hora ansiada después de dos años.

La guerra en Gaza se encadenó para Israel con otros conflictos bélicos simultáneos, y en nada novedosos: con Hezbollah; con Irán, a cuyo padrinazgo está sometido Hezbollah, actuante en Líbano; con facciones islámicas radicalizadas en Siria e Irak y, si hubiera sido poco el enorme esfuerzo militar desplegado, Israel debió unirse a otras potencias occidentales en la determinación de acallar el fuego de los hutíes de Yemen, que aún amenazan la navegación alrededor de la boca del golfo Pérsico y lanzaron misiles contra territorio Israelí.

Han sido, desde el 7 de octubre de 2023, dos años que mantuvieron en vilo a la opinión pública mundial, ya acongojada por las devastadoras consecuencias de la imperdonable invasión rusa a Ucrania y la guerra consiguiente.

Solo la idea de que se ha conseguido un alto, bien que todavía precario, en las hostilidades que produjeron la incesante masacre diaria de habitantes de Gaza, hasta totalizar más de 67.000 muertes, aparte los miles de heridos y hambrunas, y de la destrucción casi por completo de las viviendas urbanas, alcanza para explicar la sensación de alivio que se siente en el mundo y que la palabra ansiada de “paz” esté en boca de todos.


Más allá del aborozo natural que ha suscitado el cambio de situación desde el lunes último, no puede hablarse aún de que la paz se haya establecido verdaderamente en Gaza. Habrá que elaborar, además, un plan para su reconstrucción


La paz, sin embargo, no está convenida todavía en términos formales en documentos entre las partes beligerantes. Se ha acatado, sí, el plan de veinte puntos elaborado principalmente por la Casa Blanca. Algunos de los ítems más trascendentes se han cumplido desde el último lunes: liberación por Hamas de los veinte israelíes secuestrados que permanecían con vida; liberación por Israel de unos dos mil presos palestinos, entre ellos doscientos cincuenta condenados a cadena perpetua; retiro de las tropas israelíes a las líneas convenidas dentro del territorio gazatí; retorno de millares de pobladores de la franja a los lugares abandonados de su residencia habitual.

Pero más allá del alborozo natural que ha suscitado el cambio de situación desde el lunes último -importantísimo, sin duda- no puede hablarse aún de que la paz se haya establecido verdaderamente en Gaza. Habrá que elaborar, además, un plan para la reconstrucción de Gaza, una vez que Trump abandonó la extravagante idea de levantar en su costa otra Riviera fastuosa. El Banco Mundial calculó, meses atrás, que el gasto por la reconstrucción demandaría más de 50.000 millones de dólares; otros han dicho que las tareas de dotar de nuevo a Gaza de electricidad, servicios sanitarios, carreteras, viviendas, insumiría unos diez años.

Entre los puntos acordados no figura el desarme de la organización terrorista que el 7 de octubre de 2023 tomó por asalto zonas periféricas de Israel, mató a 1200 israelíes y secuestró, manteniéndolos en cautiverio en durísimas condiciones, que incluyeron flagelaciones, a 251. Muchos no resistieron la situación de tortura física y moral, y murieron. Hamas ha devuelto un número parcial de cuerpos que se había comprometido a restituir, y no solo Israel, sino también la comunidad internacional, está pendiente del cumplimiento de ese ineludible deber.


Las patéticas escenas de la ejecución de siete supuestos espías producidas después del alto el fuego constituyen la manifestación irrefutable de que Hamas, aun extremadamente debilitata como ha quedado, no se resigna a renunciar al fanatismo de la guerra que horrorizó a la humanidad


Las escenas patéticas de la ejecución de siete supuestos espías producida después del alto el fuego constituyen la manifestación irrefutable de que Hamas, aun extremadamente debilitada como ha quedado, no se resigna a renunciar al fanatismo extremo que desencadenó la guerra que horrorizó a la humanidad. Sigue dominada por un espíritu de violencia inaudita. Una organización terrorista de sus características no tiene por delante ningún papel que pueda cumplir en representación de un sector de la comunidad palestina. Sería inadmisible que lo hiciera.

De modo que el siguiente paso, desde la perspectiva de la reconstitución de algo que se parezca a una autoridad efectiva y legítima sobre el territorio de Gaza, es el desarme de Hamas y el apartamiento de sus dirigentes y militantes del gobierno provisional que se constituya. Las autoridades palestinas con asiento en Ramallah, y ejercen competencia sobre Cisjordania, deberían, por antecedentes y comportamiento a lo largo del conflicto ser un punto de referencia en las consultas que realice la administración internacional que tomará el control real sobre Gaza en el futuro inmediato.

Lo hará bajo la jefatura nominal del presidente Trump, que ha sido el artífice real de la nueva situación en el enclave, según lo han reconocido líderes mundiales y el gobierno israelí. Más elocuente como testimonio de ese hecho no pudo haber sido la acogida que se le tributó en Jerusalén, al hablar ante la Knéset.

QatarEgipto y Turquía, aparte de los Estados Unidos, han sido piezas centrales en las negociaciones que han llevado a la nueva situación que se vive, al fin, en el Cercano Oriente. A partir de aquí habrá que alentar todas las manifestaciones de prudencia que eviten reavivar fuegos en una región del mundo tan impregnada por odios ancestrales.

Cabe a la extrema derecha religiosa de Israel comprender de una vez por todas que el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu terminó después de dos años de una represalia feroz contra el terrorismo de Hamas aislado en la Organización de las Naciones Unidas, con 150 países sobre 193, pidiendo el reconocimiento jurídico de Palestina como Estado, y con reclamos, aquí y allá, de enjuiciamiento de su persona y de la del jefe de su ejército por la forma en que condujeron la guerra. ¿Qué más exigirle en Israel a ese primer ministro y a quienes lo acompañaron en todas las fases del conflicto bélico?

En la Argentina, afortunadamente, salvo algunas voces desafinadas, nadie con alguna identidad consagrada en el plano nacional afectó con acciones descomedidas un acervo virtualmente único como país: la armonía pacífica entre las comunidades católica, judía y musulmana. El gobierno de Milei se mostró explícitamente activo en respaldo de Israel, pero sin que nada permita decir, al menos hasta ahora, que cruzó la línea cuya violación hubiera afectado ese haber que enorgullece al país. Reviste características excepcionales de tolerancia y amistad entre sectores que conviven y se interrelacionan como ocurre en pocas otras partes del orbe.

La guerra, en ese sentido, dejó incólume aquí un activo moral, religioso y político que sería imperdonable quebrantar.

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