El juego avanza, pero la ley contra la ludopatía sigue detenida. La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) reclamo en estos días por el proyecto aprobado en Diputados en noviembre de 2024. Las comisiones de Salud, de Legislación General, y de Justicia y Asuntos Penales de la Cámara alta ya tuvieron dos reuniones plenarias este mes. Recibieron a expositores para comenzar con el análisis de una serie de iniciativas de ley -incluida la sanción que recibieron de Diputados para su debate-, que buscan prevenir la ludopatía y regular las apuestas en línea.
Más allá de las disposiciones fijadas por cada jurisdicción, lo que falta es sancionar una ley nacional. El proyecto aprobado y girado a la otra cámara del Congreso pone el foco en la prevención, prohíbe la publicidad y el patrocinio de apuestas online en todo el país, regula también el uso de medios de pago y fija límites diarios, entre otras cuestiones. Contempla, además, jornadas educativas a nivel primario, secundario y en estudios superiores.
Teniendo en cuenta que el 30 del mes próximo concluyen las sesiones ordinarias de este año, de no llegarse a sancionar la norma, sería deseable que el Presidente incluyera el asunto en el temario de sesiones extraordinarias. Se trata de un problema acuciante que requiere una pronta solución de parte todos los actores del arco político.
Los obispos hicieron su reclamo mediante una misiva dirigida a la presidenta de la Cámara Alta, Victoria Villarruel, en la que manifiestan su profunda preocupación por el crecimiento de la ludopatía, en particular entre niños, adolescentes y jóvenes. No fue la primera vez que pidieron mayor regulación y control para evitar que un celular se convierta en un casino móvil ni la primera advertencia que realizaron sobre las fuertes presiones que ejercen los intereses económicos detrás del negocio.
“Así como en su momento señalamos que ante el flagelo de las drogas y el narcotráfico el Estado es insustituible, lo reiteramos ante esta otra adicción que atraviesa edades y clases sociales: si el Estado se corre o demora la respuesta, los daños serán cada vez más profundos y difíciles de revertir”, sostienen.
Como bien señalan los prelados, urge proteger a los más vulnerables, especialmente a los jóvenes frente a una amenaza que no distingue entre clases sociales ni regiones geográficas.
El propio papa Francisco había denunciado la complicidad de los gobiernos para instigar la ludopatía. ”Estas herramientas de juego, incluso, tienen los avales para patrocinar equipos de una amplia gama de deportes, generando una familiarización con las apuestas incompatible con los valores del bien común, del deporte y de una sociedad sana y fraterna”, sostuvo. Podemos sumar también, como reiteradamente lo hacemos, el funesto efecto de decenas de influencers y de comunicadores de distinta procedencia promocionando el juego online. Lamentablemente, nada de esto está aún regulado como debería y los delgados límites no se respetan. Por cada influencer que promociona sonriente y desprejuiciado el juego desde sus redes hay cientos o miles de jóvenes –y más gravemente aún, menores de edad- que compran vanas promesas y se embarcan en una pesadilla de la que luego solo pocos podrán salir.
Es deber de los adultos exigir a quienes nos representan que exhiban una clara determinación para terminar con los intereses que logran mantener demorada la aprobación del proyecto. Estamos pagando con la salud y las vidas de nuestros jóvenes las millonarias ganancias de quienes solo piensan en su negocio.
En este contexto, cabe recordar que el Gobierno no respaldó el proyecto que ya cuenta con media sanción por considerar que “atenta contra la libertad” y que trabajó en un borrador diferente. Sostiene que no quiere eliminar la publicidad de casas de apuestas. Poco parece preocupar que quienes en definitiva pierden su libertad y quedan esclavizados son nuestros propios jóvenes.
No basta con redactar iniciativas o aclarar en los mensajes publicitarios la prohibición para los menores de edad. Son 28 los proyectos que estuvieron en danza. Cualquier cambio obligará a devolverlo en revisión a Diputados para que acepte los cambios o insista en su versión original. Y los tiempos seguirán estirándose. El 30 de noviembre se cumple el año de aquella aprobación y el lobby del juego viene ganando. Si pudiéramos medir la cantidad de jóvenes que hora tras hora caen en las garras de estas adicciones seguramente no podríamos estar tan tranquilos. Estamos criando una generación de ludópatas. Que la banca continúe ganando dependerá de que la voluntad política siga rifando sus fichas.
Fuente: La Nación
 

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