Murió a los 96 años Eva Giberti, la psicóloga que cambió la mirada sobre la familia y la violencia

Antes de la cuarta ola feminista y los pañuelos verdes que cambiaron la vida de millones de mujeres. Antes de que el feminismo pasara a ser una palabra no estigmatizante. Antes del Ni una menos y de decenas de libros que miran el mundo desde la realidad de las mujeres, la psicóloga e intelectual Eva Giberti estuvo ahí. Licenciada en psicología por la Universidad de Buenos Aires, creadora de la primera Escuela para Padres de Argentina en el año 1957 y autora de libros hoy canónicos, falleció ayer a los 96 años.Eva Giberti, en un retrato de 2003. Foto: Diego Fernandez Otero.Eva Giberti, en un retrato de 2003. Foto: Diego Fernandez Otero.

Durante más de sesenta años, Giberti trabajó en todos los frentes en defensa de los derechos humanos, la infancia y la adolescencia y las mujeres. Fue académica y formadora de profesionales, fue analista y terapeuta y se comprometió con las políticas públicas como herramienta para la intervención efectiva.

Lejos de la idea de la familia como nido amoroso, Giberti entendió tempranamente que los lazos de sangre no están alejados de la violencia. En 1957, cuando tenía 28 años, creó la Escuela para Padres de Argentina, una institución privada que buscaba divulgar información y acompañamiento (en la época, la palabra era «consejos») desde la psicología a las mujeres que atravesaban la maternidad en los turbulentos años 60.https://6a37724b649000ee2c50827047ef98b8.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-45/html/container.html

«Creo que una de las cosas que lograba con los artículos que escribía era una nueva lectura de la familia; hice centenares de grupos para padres, padres y madres, armé un grupo para abuelas, pero ellas enseñaban la obediencia a los padres y yo estaba enseñando exactamente todo lo contrario: la capacidad del chico de preguntar y de oponerse al mismo tiempo«, recordó sobre esas clases, entrevistada en 2017

Tres tomos, treinta ediciones

La iniciativa, acompañada luego por tres volúmenes del libro homónimo que vendió 30 ediciones, se incorporó cinco años después a la Facultad de Medicina y extendió esas herramientas en el formato de cursos en el Hospital de Niños y luego en varias provincias. Solo la violencia de los años 70 fue capaz de aniquilar el proyecto, que terminó siendo clausurado en 1973, mientras Giberti era perseguida.

Recientemente, la idea de la Escuela para Padres fue releída como una acción feminista. Pero ella tenía otra idea: “En realidad para mí esto tiene otro ADN, que es mi resistencia al autoritarismo. Ese libro fue una lucha contra el paternalismo y el patriarcado, pero aún no le había puesto el rótulo de feminismo. Además, en esa época estaba en la práctica plena del psicoanálisis, que es netamente patriarcal; así que estuve entre las primeras revisionistas en cuanto a las relaciones de género. Éramos –y somos– mujeres formadas en el psicoanálisis pero que no podíamos digerir una cantidad de trabajos de Freud; entonces había que pasarlo por un cedazo, hacer una investigación sobre eso y decir hasta aquí lo seguimos, pero esto no. Masoquismo femenino, no. La conciencia moral de la mujer es inferior a la del varón, tampoco. Entonces lo que hicimos fue tomar la teoría y darla vuelta”.

En el ámbito académico, Giberti fue referencia, docente y formadora de varias generaciones de psicólogos, asistentes sociales y cientistas sociales. Comenzó como profesora adjunta de Niñez y Adolescencia en la Facultad de Psicología de la UBA en los años 1961 y 1962 y apenas dos años después fue convocada por la primera ministra de Israel, Golda Meir, para participar en diciembre de 1964 como expositora en Jerusalén en la conferencia “El rol de la mujer por la paz”.

Dictó clases en la Especialización de Posgrado en Violencia Familiar de la UBA, en la especialización en Psicología Forense en la UCES, codirigió la maestría en Ciencias de la Familia de la Unsam, y en los noventa fue docente en la cátedra «Las culturas de las violencias» de la UBA.

No solo en la Argentina fue pionera y referente. De 1993 a 1999 fue consultora para Unicef y vicepresidenta de la Comisión Permanente por la Vida de los Niños de América Latina y el Caribe. Fue invitada por el Ministerio de Educación de Bolivia y la Universidad de Bolivia para crear la Escuela para Padres en la región y participó como panelista en el 57º período de sesiones de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer (CSW) de Naciones Unidas en la Ciudad de Nueva York, en 2013.Eva Giberti. Archivo Clarín.Eva Giberti. Archivo Clarín.

Su presencia en los medios de comunicación fue permanente. Sabía explicar fácil lo que era complejo y confiaba en el poder del periodismo para educar. “Los medios de comunicación son de suma importancia porque pueden darle un empujón a esa víctima que está en su casa y recibe a diario insultos permanentes, es blanco de desvalorización por parte de su compañero –dijo en 2014–. Hay que entender que hay distintas formas de violencia. Cuando son víctimas o están siendo acosadas por novios, maridos o exmaridos, los medios de comunicación son el mejor enlace de la sociedad con las víctimas para llevar el mensaje de que no tienen que tolerar ninguna forma de violencia o insulto, e incluso que el que agrede diga delante de los hijos que no sirve para nada”.

En repetidas ocasiones, distintas gestiones la convocaron para participar con las herramientas del Estado en la protección de la infancia, la adolescencia y las mujeres. Entre 1985 y 1989 fue miembro del Consejo Asesor del Programa «Mujer y Desarrollo», de la Subsecretaría de Desarrollo Humano y Familia de la Nación. Desde 1997 fue asesora del «Foro por los derechos de las mujeres» y miembro del «Consejo de Presidencia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos».

A fines del siglo pasado se transformó en «perito de parte» para Abuelas de Plaza de Mayo en varias causas contra represores del Estado, sobre daño psíquico de los niños nacidos en centros clandestinos de detención, víctimas de tortura en el propio vientre de sus madres.

Las víctimas contra las violencias

Fue además coordinadora del Registro Único de Aspirantes a Guarda de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación e integró el Consejo de los Derechos del Niño, la Niña y la Adolescencia. También creó el programa Las víctimas contra las violencias, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, y creó la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las Víctimas de Trata, en el año 2009.

Estas iniciativas cambiaron de cuajo el tratamiento de las mujeres violadas que llegaban a la comisaría a hacer la denuncia: «La policía no la puede interrogar –explicaba Giberti en 2017–. Por eso nuestro trabajo es estar junto a la víctima hasta que terminen todos los procesos de revisión y así evitar que tenga más de un interrogatorio. El médico de guardia y el médico legista la entrevistan al mismo tiempo, con nuestra presencia. Y eso fue un logro que conseguimos con la jueza Carmen Argibay”.

La enumeración precedente es apenas una selección posible. Su trayectoria es abrumadora. Como autora, la lista de sus libros se cuenta por decenas. Con Florencio Escardó publicó en 1964 Hospitalismo (Eudeba); cuatro años después puso el foco en un tema universal, pero no por eso bien analizado: Los argentinos y el amor (Ed. Merlin). Además de los tres volúmenes Escuela para padres (Ed. Roberto Antonio) publicados de 1961 a 1972, fue autora de Adolescencia y educación sexual (Ed. Roberto Antonio), cuando la ESI no era ni un sueño posibleLa adopción (Sudamericana); ¿Y por qué? se preguntan las mujeres (Fundación Alicia Moreau de Justo); Tiempos de mujer (Sudamericana) y, desde el diario Página/12, donde era columnista frecuente, Escuela para padres (los chicos del tercer milenio), 20 fascículos editados semanalmente por el diario del que participó desde su fundación.Eva Giberti. Archivo Clarín.Eva Giberti. Archivo Clarín.

Recibió premios, reconocimientos y honores. Fue declarada ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 2003. En 2010, el periódico Miradas al Sur la entrevistó en un artículo que comenzaba diciendo: «Eva Giberti es, quizá, la mayor autoridad en adopción de hijos en la Argentina». La idea era precisa, aunque incompleta. Era además la mayor autoridad en infancia, en violencia infantil, en maternidad y psicoanálisis, en el acompañamiento a mujeres rescatadas de las garras de la trata y en perspectiva de género y psicología. Y en otras cosas más.

En 2013, cuando tenía 84 años, seguía trabajando como coordinadora del programa Las víctimas contra las violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Iba a la oficina y trabajaba a pocos metros de las operadoras de la línea 137, que en apenas dos meses había recibido 65.856 llamados por violencia familiar. “A esta edad tendría que estar tejiendo en mi casa, pero estoy acá porque creo que se pueden cambiar las cosas”, decía entonces, en una entrevista para el sitio Infojus. Esa convicción que la movió casi un siglo no estaba equivocada: Eva Giberti cambió millones de vidas.


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Débora CamposDébora Campos

Editora de la sección Culturadecampos@clarin.comBio completa

Fuente: Clarín.com

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