El 10 de noviembre a las 19, en la Sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, se celebran los 100 años del nacimiento del idisher visnshaftlejer institut (Instituto Científico Judío) que hoy es conocido por sus siglas IWO, surgido en 1925 en la ciudad de Vilna, que entonces pertenecía a Polonia y hoy es la capital de Lituania, de la necesidad de documentar la cultura y el lenguaje de los judíos de Europa Central y Oriental en un contexto de discriminación y persecución, mientras surgían las identidades “nacionales” en el continente.
Silvia Hamsman directora de Fundación IWO trabaja junto con su equipo en la institución. Foto: Julian Cabral.
En 1928 fue creada la Fundación IWO en la Argentina, una organización sin fines de lucro que conserva, investiga y difunde materiales documentales sobre la historia, la cultura y los lenguajes del pueblo judío a través de su biblioteca, el archivo histórico, el museo y los cursos y actividades que brinda, destinados al estudio, la comunicación intergeneracional y el encuentro entre culturas.
“El IWO se creó en Europa con un comité honorífico”, cuenta Silvia Hansman, directora de la fundación. Y agrega que de aquella comisión inicial participaron nada menos que Albert Einstein y Sigmund Freud, entre otras personalidades. “Uno de los objetivos principales era que hubiese un lugar para guardar la documentación, porque el pueblo judío no tenía Biblioteca Nacional”.https://307dfa24305b5dfa7139b7de4db90340.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-45/html/container.html
Perla Sneh, vicedirectora del IWO y coordinadora del Centro de estudios del Holocausto que forma parte de la entidad, detalla que, además, la idea era reunir todo el material que tuviera que ver con el judaísmo europeo oriental: “Porque sí había historiografía, pero solo del judaísmo occidental”, cuenta.
Perla Sneh vicepresidenta de la Fundación IWO. Foto: Julián Cabral.
Epopeya de rescate
Un gran ejemplo de cómo el pueblo judío tomó la conservación de la historia en sus propias manos en el IWO fue el salvataje de 60 mil libros de los 80 mil que reunía su biblioteca antes del atentado a la AMIA, el 18 de julio de 1994. En esa oportunidad, 800 jóvenes voluntarios de distintas escuelas judías y no judías de la ciudad de Buenos Aires formaron cadenas humanas para rescatar la mayor cantidad posible de ejemplares, así como diarios, revistas, fotografías, discos de vinilo y afiches de cine y teatro, que convivían con diferentes piezas y colecciones de arte en el tercer y cuarto piso del edificio de la mutual, en Pasteur al 600, en los que funcionaba la entidad.https://www.instagram.com/p/DQFsXCEAB6d/embed/captioned/?cr=1&v=14&wp=858&rd=https%3A%2F%2Fwww.clarin.com&rp=%2Fcultura%2Fiwo-cumple-100-anos-historia-rescate-archivo-cultural-judio-importante-america-latina_0_4XkokWSH3D.html#%7B%22ci%22%3A0%2C%22os%22%3A2322.600000023842%2C%22ls%22%3A341%2C%22le%22%3A1096.6000000238419%7D
Parte del material rescatado ya había logrado sobrevivir al saqueo nazi durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a la valentía de algunos ciudadanos que lo escondieron, arriesgando sus propias vidas, para transmitirlo como legado a las generaciones siguientes.
En la Argentina, la epopeya de rescate fue comandada por Abraham Lichtenbaum, actual Director Emérito de la Fundación IWO, y Ester Szwarc, su Directora académica de ídish y cultura judía. Durante el acto en la Biblioteca Nacional ellos serán reconocidos, junto a otras autoridades de distintas etapas en la historia del IWO, así como voluntarios y rescatistas que participaron de la epopeya de salvataje del principal acervo cultural judío, que hoy en gran parte está digitalizado y conservado en distintas bibliotecas del mundo.
En sus comienzos, en Vilna, delegados de distintas ciudades europeas definieron la estructura del IWO en cuatro secciones académicas: lingüística, histórica-socioeconómica, pedagógica y literaria. Además, establecieron el compromiso del instituto con la educación laica, la ciencia moderna y los desafíos sociales de la comunidad judía.
Al poco tiempo surgieron grupos de amigos en todo el continente, y se crearon filiales en Nueva York, Buenos Aires y otras ciudades. Pronto comenzaron a organizarse importantes archivos históricos con libros de distintas épocas y materiales etnográficos de todo tipo. También se realizaron congresos internacionales de ortografía para establecer la estandarización del idioma; se abrieron escuelas superiores de maestros; se publicaron materiales didácticos para las escuelas y se impulsaron investigaciones lingüísticas, concursos de escritura literaria y autobiografías.
Silvia Hamsman directora de Fundación IWO trabaja junto con su equipo en la institución. Foto: Julian Cabral.
Comité de apoyo
En la Argentina se organizó en 1926 un comité de apoyo, y en 1928 se estableció formalmente el IWO local, que hoy funciona en Ayacucho 483, donde se brindan cursos de ídish y se realizan actividades culturales o edición de libros, y funcionan la biblioteca, el archivo histórico y distintos proyectos de investigación.
Los judíos llegados con la migración más masiva, a finales del siglo XIX, hablaban ídish y además traían sus propias tradiciones. “En ese momento comenzaron a desarrollarse instituciones, asociaciones de ayudua mutua. Surgían cooperativas, gremios como el de los mozos, los aceiteros o la patronal de los madereros”, cuenta Hansman.
Una pintura de Maurycy Minkowski que forma parte la colección privada en fundación IWO. Foto: Julián Cabral.
“Cuando la AMIA construyó el edificio, en 1945 –sigue– se incorporó la sala de tratro que ya funcionaba en la calle Pasteur. En ese momento el IWO pasó a funcionar en el mismo edificio; la idea era reunir distintas instituciones comunitarias en un solo lugar. El IWO se convirtió en la biblioteca central de la comunidad”.
“La biblioteca funcionaba hasta la medianoche, porque en el edificio también estaba el Seminario de Maestros”, cuenta Sneh. Y agrega que la sala de exposiciones de la fundación ya reunía algunos cuadros de Maurice Minkovsky, artista nacido en Varsovia, que perdió de chico el habla y la audición, vivió en Argentina y fue reconocido en distintos lugares del mundo.
Hoy sus pinturas, consideradas testimoniales por mostrar la experiencia de de los aldeanos desplazados durante la primera guerra mundial y aspectos cotidianos de la vida tradicional judía en Polonia antes del Holocausto, pueden verse en una muestra permanente en el primer piso del IWO, que reúne una gran cantidad de cuadros, algunos adquiridos por la fundación y otros donados por una familia en 2022.
Parte de la colección bibliográfica fundación IWO mayor biblioteca especializada en cultura judía del país. Foto: Julian Cabral.
El área joven del IWO se llama Espacio Nejome, en homenaje a una poeta judía que nació en Polonia y llegó a la Argentina entre 1928 y 1931, cuyo nombre o seudónimo era Nejome Lerer. En sus poemas abordaba temas como la sociabilidad judía, las diferentes clases sociales y la vida y los sueños de una mujer obrera judía como ella.
“Nos describimos como un espacio de juventud, con un enfoque accesible, espiritual, humanista y una mirada cultural y feminista del judaísmo como la que tenía Nejome”, reflexiona Guiliana Gotesdiner, coordinadora de Cursos y Proyectos en el IWO. “Algo lindo para destacar es que, si bien somos un espacio de judaísmo, no es exclusivo para gente judía”, aclara. “Recibimos a cualquier persona que se interese por la historia y la cultura, y que quiera aprender un poco más; si bien nuestro público es en su mayoría judío, tenemos todo tipo de actividades”.
Cultura e historia
“Existía una necesidad entre los jóvenes de juntarse en espacios recreativos, destinados a gente de nuestra edad”, dice Gotesdiner y agrega que, como todas las actividades que se organizan tienen que ver con la cultura y la historia, “tiene sentido que se realicen en IWO”. Algunas de las propuestas que ofrecen son conciertos o festivales de música, actividades artísticas como collage o grabado; paneles de los que participan personalidades destacadas en diferentes áreas; charlas, debates internos, excursiones, fiestas de disfraces o encuentros de cine debate.
Silvia Hamsman directora de Fundación IWO trabaja junto con su equipo en la institución. Foto: Julian Cabral.
Junto al Programa en Diversidad Cultural de la Universidad Tres de febrero (Untref), dirigido por Hamurabi Noufouri, y la Cátedra Unesco en Diversidad Cultural de la misma casa de estudios el IWO ofrece dos veces por año, durante los recesos universitarios, la posibilidad de cursar Seminarios Internacionales de Doctorado en Lengua y Cultura Ídish, destinados a investigadores y estudiantes del Programa en Diversidad Cultural o de artes, literatura, estudios del Holocausto o personas interesadas en la historia y la literatura en ídish.
Hoy, el IWO Argentina conserva colecciones que fueron declaradas Memoria del Mundo por la Unesco y patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Sus fondos permiten reconstruir trayectorias migratorias, recuperar historias familiares y ofrecer un testimonio único sobre la vida cultural judía, el idioma ídish y sus expresiones literarias y artísticas.
La fundación mantiene áreas de investigación como la que se especializa en ídish y Shoá o en genealogía, que recibió la biblioteca de la Asociación de Genealogía, en la que pronto se podrá consulltar en forma online información específica sobre el origen de los apellidos.
Objetos rescatados del atentado a la AMIA por IWO. Foto: Julian Cabral.
Además, mantiene su habitual oferta de actividades vinculadas a la cultura judía: muestras de arte, talleres de capacitación en patrimonio cultural o de cocina judía, laboratorio de música, presentaciones de libros, películas, conciertos, conferencias y obras de teatro, entre tantas otras propuestas destinadas, en palabras de su directora, a “preservar una herencia milenaria y proyectarla hacia el futuro, promoviendo el diálogo entre generaciones, el encuentro entre culturas y la valoración de la diversidad”.
Sobre la firma
Fuente: Clarín.com

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