El poder de Victoria Villarruel que le duele a los Milei y una decisión que ya tomó Axel Kicillof

La historia argentina está repleta de antecedentes de peleas entre presidentes y vices, desde Domingo Sarmiento y Adolfo Alsina hasta Javier Milei y Victoria Villarruel. En el pasado reciente, sin embargo, parece ser un karma del que no se salva casi ningún mandatario. Aunque las motivaciones son diferentes, hay un dilema sin resolver en todos los casos: qué hay que hacer con los vicepresidentes.

La famosa frase de que son como un jarrón chino (nadie sabe dónde ponerlos) aplica para el caso Villarruel. A lo largo de las últimas décadas, la ruptura entre compañeros de fórmula tuvo como componentes centrales las diferencias políticas, ideológicas o de rumbo económico.

Carlos Menem con Eduardo Duhalde, primero, y Carlos Ruckauf, después, tuvo choques políticos. Peleas de egos y liderazgo dentro del peronismo. Carlos “Chacho” Alvarez nunca estuvo cómodo siendo el vice de Fernando de la Rúa y terminó renunciando al cargo aprovechando el escándalo político de las coimas en el Senado. 

Daniel Scioli no dudó en plantear en los primeros años de gobierno de Néstor Kirchner que era necesario ajustar las tarifas de servicios públicos (que distinto hubiese sido todo si le hacían caso…). Lo freezaron políticamente hasta que lo necesitaron en 2007 como candidato a gobernador pero ya con un perfil mucho más alineado al kirchnerismo.

Lo de Julio Cobos como vice de Cristina Kirchner tuvo un punto de no retorno con el voto “no positivo” al desempatar en contra de su propio gobierno durante el debate de las retenciones móviles. Ya desde antes, sin embargo, la relación era de nula confianza. La transversalidad planeada por Néstor distaba mucho de aplicarse en el día a día de la gestión.

Con Amado Boudou no tuvo mejor suerte Cristina. Lo eligió ella, era de su confianza y no había ninguna diferencia de criterios políticos o económicos, pero igual terminó siendo un dolor de cabeza. Se transformó en el primer vicepresidente procesado durante el ejercicio de la gestión (caso Ciccone).

A Cristina le tocó volver a ser protagonista, pero esta vez como vicepresidenta de Alberto Fernández, fórmula que nunca podía terminar bien en la gestión con la rareza de haber sido ella la que le pidió a él que lo acompañe como presidente. Ya en el poder, las diferencias sobre el modo de gestionar y el rumbo de la política económica fueron una traba permanente. 

Gabriela Michetti, se podría decir, es la única que en los últimos años no generó un malestar en la cima del gobierno que conducía Mauricio Macri. 

Así le pedían fotos a Victoria Villarruel en La Rural

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El caso de Villarruel tiene la particularidad que mezcla aspectos de estos casos anteriores. No hay diferencia de rumbo económico en lo que se plantea, pero sí hubo diferencias claras en cuestiones de gestión. El primero fue cuando avaló un primer aumento en las dietas de los senadores y diputados, que después Milei les obligó a frenar a ella y a Martín Menem. También aparecieron cuestiones operativas, en las negociaciones por la ley Bases, donde en un principio fue corrida de ese rol. 

Pero el quid de la cuestión entre Villarruel y los Milei es política. La vicepresidenta tiene vuelo propio y eso termina siendo un problema para el proyecto político. La última encuesta de Opinaia lo ratifica: el Presidente es el dirigente con más imagen positiva (50%), seguido por Villarruel (48%). Junto con Patricia Bullrich (46%) son los únicos con guarismos superiores al 40%. Y en la negativa está apenas mejor la vice, con 43%, contra 46% que tiene Milei.

Villarruel celebrity

En medio de las tensiones, esta semana Villarruel participó de un almuerzo con los líderes de la Sociedad Rural donde quedó en claro esta situación. Después de comer el plato principal se levantó y recorrió el salón del Restaurante Central del predio. Luego de los aplausos, empezó el desfile de fotos, donde ella se comportaba como si estuviera en una fiesta. A una mesa que le pidieron foto llegó a decirles cómo pararse: “Como si fuera un casamiento”, dijo. Después comió un postre y se retiró. 

Durante el almuerzo con Nicolás Pino y compañía, como era de esperarse, salió la pregunta de cómo estaba la relación con Milei. En la Rural esperan que en el acto de este domingo se de un reencuentro entre el presidente y su vice; son de los que quieren a Villarruel dentro del esquema de gobierno. La respuesta que recibieron de la invitada sobre el vínculo fue de manual: “Está todo bien”.

Javier Milei estuvo el viernes con Emmanuel Macron en Francia. Foto: EFE.

Esa facilidad para minimizar la interna hacia afuera también choca con la lógica del entorno de Milei. Las internas son más de casta, y Villarruel, con su estilo, los termina dejando a ellos como los que tienen un problema con ella. 

A la larga, el gran desafío para esa relación es que la vice nunca deje de ser funcional en el Senado, tanto para ayudar a juntar votos como para volver a desempatar en caso de que sea necesario. En ese sentido, Villarruel tiene más chances de terminar como Scioli, siendo candidata a otro cargo en 2027, que como Cobos, votando en contra de su propio gobierno.

Y el trato del mileísmo para con Villarruel, en todo caso, es algo que deberá ser seguido de cerca por los eventuales aliados. Si incluso la vicepresidenta termina aislada por tener perfil propio y buena imagen en las encuestas, ¿qué capacidad de disidencia le quedará a un socio una vez que concrete el acuerdo? Atentos macristas, radicales y peronistas.

La mira en la economía

A pesar de que la mirada política parece posada en ese vínculo tormentoso, la mira en el oficialismo está puesta en la marcha de la economía. Julio viene siendo un mes de muy buenas noticias para el Gobierno en lo que a la macroeconomía se refiere. El balance del Banco Central parece prácticamente resuelto: pasivos remunerados en cero (ahora el Tesoro deberá mantener el esfuerzo fiscal) y los puts dejaron de ser una bomba de tiempo hiperinflacionaria. 

Esta semana, además, el Indec mostró dos muy buenos resultados que se dieron en mayo y darían una pauta de que lo peor ya pasó. El consumo en supermercados y mayoristas mostró el primer crecimiento intermensual: 3,9% arriba los primeros y 1,7%, los segundos. En paralelo, los salarios (8,3%) crecieron casi el doble que la inflación de mayo (4,2%). El gran salto incluso se vio en los informales, que subieron 11,8%. Todavía siguen abajo de lo que estaban en noviembre de 2023, pero empiezan a mostrar una curva ascendente que el propio Luis Caputo se encargó de difundir.

El cuadro sobre la evolución salarial desde noviembre que compartió Luis «Toto» Caputo en sus redes sociales.

El efecto de la baja de la inflación, que en julio se encamina a quedar en torno al 4%, el Gobierno necesita que se sienta en el consumo. En algunos shoppings, por ejemplo, aseguran que el consumo sigue bajo, pero remarcan que ningún local cerró. Al contrario, hay marcas que buscan lugar y están en lista de espera.

En el mismo sentido, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) que elabora todos los meses la Universidad Di Tella mostró en julio el crecimiento más alto en lo que va de 2024: 5% versus junio. En la comparación interanual sigue 10 puntos abajo. Dos datos del informe para mirar políticamente: la región donde más creció fue en el Conurbano (11,4%) en comparación con CABA (1%) y el Interior (-1,5%), y el segmento social que mayor creció fue el de los sectores de más bajos ingresos (13,2%).

El Indice de Confianza del Consumidor que hace la Universidad Di Tella tuvo la suba mensual más alta en lo que va de 2024.

A esas buenas noticias se suma que en junio la actividad industrial, según FIEL, subió 2% en respecto a mayo; que la producción de gas y petróleo en Vaca Muerta marcó un récord histórico; y que el pago por importaciones se concretó en un 88%, casi normalizando otra de las herencias de la gestión de Sergio Massa.

Sin embargo, el clima que se percibe entre dirigentes y economistas es que todavía la economía funciona atada con alambres. Es que ninguno de los indicadores positivos cobrará sentido si no se logra algo clave para la economía argentina: la entrada de dólares. Y ahí es donde está trabado por ahora el Gobierno. Toto Caputo reactivó el diálogo con el FMI, luego de las duras críticas de Milei a Rodrigo Valdés, director del Departamento para el Hemisferio Occidental. Incluso llegó a tildar a Kristalina Georgieva como la mejor directora del Fondo de la historia.

La decisión de Axel

Hay dos puntos, fuera del FMI y los mercados (que son los centrales), a través de los cuales el Gobierno de Milei busca que ingresen dólares: el blanqueo y las inversiones por el RIGI. Distintos contadores cuentan que el nivel de consultas de sus clientes por el blanqueo viene en franco ascenso. Más de uno, incluso, viene armando estrategias hace tiempo sabiendo que esta situación era inevitable. Pequeños y grandes actores tienen incentivos para ingresar.

Respecto a las inversiones, en tanto, se viven momentos definitorios para una de las más importantes que están en carpeta: la planta de Gas Natural Licuado (GNL), que permitirá exportar la producción de Vaca Muerta en estado líquido. Demandará, según se prevé, una inversión de US$ 30.000 millones.

El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, se enfrenta a una trascendental decisión que puede marcar la suerte de si ese proyecto termina en Bahía Blanca, como estaba previsto en la gestión anterior, o termina en la rionegrina Punta Colorada. Desde que se sancionó la ley Bases con el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones), Kicillof marcó distancia y dijo que Buenos Aires no iba a adherir (condición necesaria para que las inversiones mayores a US$ 200 millones puedan realizarse en ese territorio bajo ese régimen).

Axel Kicillof, el viernes en Moreno, en un homenaje a los 72 años del fallecimiento de Eva Perón. Foto: X.

En los últimos días, fuentes de la Gobernación empezaron a aplacar la tensión inicial. Kicillof insiste con que presentará en la Legislatura su propio régimen de fomento de las inversiones, aunque ahora en su entorno reconocen que harán “todo lo que tengamos que hacer para que la planta se instale en la Provincia”.

“Bahía Blanca tiene todo para hacerlo, como ciudad y como puerto, pero acá lo que hay es una cuestión política desde el día 1”, dicen cerca de Kicillof, y apuntan a las nuevas autoridades de YPF como los responsables de “meter la cuña” y a Milei por sus críticas al “comunista”.

Al final del camino serán las empresas YPF y Petronas las que definirán dónde la instalarán. Para eso necesitarán la certeza por parte de Kicillof de que el RIGI estará vigente en territorio bonaerense. Pragmático, el gobernador sabe que eso es así, por lo que levantará sus banderas políticas pero apostando a que los dólares no se vayan para Río Negro. Su par de esa provincia, Alberto Weretilneck, fue rápido en mandar a aprobar por la Legislatura la adhesión al RIGI. Y este miércoles, un rato antes que Villarruel, estuvo recorriendo la Exposición Rural y dejó un mensaje clave para los empresarios: “Río Negro va a ser la provincia más amigable con el sector privado”.

Fuente: Mendoza online

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