
Carlos Burgueñoviernes, 1 de agosto de 2025 · 09:00 hs
Hubo alguien que acertó. El JP Morgan había adelantado en su informe publicado el 27 de junio pasado, que era tiempo de terminar de apostar al peso y pasarse a dólares, hasta que las tensiones cambiarias, financieras y políticas del país se despejaran. Los analistas locales calificaron aquel informe dirigido únicamente a los clientes del banco como demasiado pesimista; o como una visión demasiado conservadora de la realidad de los mercados criollos.
Sin embargo, en el mes que pasó desde la publicación del informe hasta el récord de precios del dólar registrado el jueves (cuando la divisa oficial llegó a 1.280), sucedió todo lo que el banco había anticipado en ese informe.
Te Podría Interesar
- Cuáles son las tres empresas argentinas que JP Morgan recomendó invertir
- La constructora más grande de Mendoza levantó el concurso: cómo pagará la deuda y qué planes tiene
Concretamente, el JP Morgan había dado la recomendación de vender posiciones en pesos y volver a los dólares. Si bien no se conoce hasta hoy el monto exacto de la operación de salida, se supone que entre posiciones propias y de sus clientes y recomendados, salieron del mercado de capitales argentinos unos US$1.000 millones en sólo una semana, la primera luego de la publicación del informe.
Lo que sucedió luego de ese trabajo fue una salpicada gestión de liquidación de vencimientos de colocaciones en pesos, para luego aparecer el Banco Central como contrincante ponerse a pelear con subas en la tasa de interés de las letras negociables.
Aquellas ventas provocadas por los clientes del JP Morgan, o luego aquellos que sin tener posiciones dentro de la entidad accedieron al informe y le hicieron caso a la entidad norteamericana, combinaron letras, en su mayoría, con algunos bonos que habían sido adquiridos hasta hace solo semanas antes de las ordenes de ventas. Era dinero que había llegado al país en dólares y se lanzó a la compra de posiciones en pesos a la búsqueda de un rendimiento porcentual que sólo se da en pocas plazas algo confiables del mundo, no aptas para conservadores y donde sólo se le atreven los inversores sofisticados bajo recomendación y guía específica y profesional de los que saben, como el JP Morgan.
Volviendo a la crónica, la casa de inversiones más importante del mundo (compartiendo cartel quizá solo con BlackRock), recomendó las ventas y esperar un regreso a las playas argentinas cuando los ruidos cesen y vuelva a ser un lugar confiable para traer dólares, cambiarlos por pesos a una tasa superior y, llegado el momento, volver a la moneda norteamericana, el carry trade del que tanto se habla.
Esta crónica pertenece al pasado: en abril del 2018, cuando Mauricio Macri era presidente y su plan económico apalancado con la victoria legislativa de octubre del 2017 parecía tener una autopista asfaltada para avanzar con velocidad de cambios, no pudo ser. El miércoles 25 de ese mes, la entidad financiera, a las 11.15, una hora 15 minutos luego de la apertura de los mercados, la mesa de dinero del Banco Central se conmovió. Había llegado una doble operación de salida de las Lebac, las letras de moda de aquellos tiempos, y de inmediata compra de dólares por un monto muy poco común, casi escandaloso en cualquier momento de la vida financiera de la argentina moderna, contando desde 1983 hacia estos tiempos.
Eran más de US$800 millones que pedían retirarse de la operación estrella del mercado financiero a cambio de una salida rápida y a un precio de mercado de compra de divisas con el objetivo de vender posiciones en pesos y salir del sistema financiero local. La sorpresa fue aún mayor cuando la conducción de la entidad supo quién era el interesado en abandonar el mercado de capitales argentino. La orden de venta de Lebac e inmediata compra de dólares era del JP Morgan, el banco de capitales internacional más cercano al gobierno de Mauricio Macri.
Si había una casa financiera mundial de primer nivel que se mostraba cercana y amistosa con el Gobierno ante el mundo, esa era el JP Morgan. La entidad norteamericana había sido lugar de trabajo de varios de los funcionarios más importantes del macrismo. Entre otros, habían pasado por sus oficinas de Wall Street y el resto del mundo Alfonso Prat Gay, Luis «Toto» Caputo y Vladimiro Werning, todos hombres de responsabilidad máxima en diferentes etapas de los primeros tres años de de Mauricio Macri, quienes además mantuvieron relaciones de gestión con el banco durante su tarea en la función pública.
Había sido también un aliado estratégico fundamental en los primeros dos años de gestión de Cambiemos. Había abierto a mediados de 2015 una oficina en la Argentina e intervenido en la operación más importante del gobierno de Mauricio Macri: la colocación de los Bonos de la República Argentina al comienzo de la gestión para pagarles a los holdouts.
En total, el JP Morgan había intervenido en colocaciones de deuda voluntaria por unos US$2.300 millones en el primer año de Macri en el poder, superando a otras casas como el Citigroup, Santander, BBVA y el Deustche Bank y el HSBC, todas entidades que, con mayor o menor presencia, siempre habían operado en el país y nunca habían abandonado la plaza local, aún en los tiempos de default y del kirchnerismo.
Una curiosidad: uno de los responsables de la operación desde el HSBC casa central Wall Street era un argentino que había llegado a las ligas máximas de las finanzas mundiales como Gerardo «Gerry» Mato. Con el tiempo, este experto de elite dejaría el HSBC y sería convencido para tomar un puesto de alto riesgo y ser el responsable de establecer un dialogo entre Burford Capital y el gobierno argentino para abrir negociaciones entre los vencedores del caso por la manera en que se renacionalizó YPF y los funcionarios criollos. Puerta de dialogo que aún no se abrió.
Volviendo a los tiempos macristas, la buena relación se prolongó (e intensificó) durante todo 2017 y hasta marzo de 2018 el JP Morgan recomendaba a sus clientes en sus informes apostar a la Argentina. Incluso, en un trabajo entregado a las gerencias del banco en el mundo en la primera semana de abril de 2018 (ya con la novedad del alza de las tasas de interés de la Fed consolidada), recomendaba las posiciones en pesos a corto y mediano plazo emitidas por el Gobierno argentino y el Banco Central, incluyendo las Lebac.
Ese 25 de abril el romance terminó: comenzaron a llegar órdenes masivas de venta de posiciones en Lebac de parte de «manos grandes» -como se denomina en las mesas de dinero criollas a los fondos de inversión extranjeros que mueven millones de dólares diarios- y que, por definición, pueden decidir, para bien o para mal, la suerte de una jornada; o, como en ese día, la de todo un plan económico. El rumor que circulaba en los bancos internacionales que más operaban Lebac (tanto norteamericanos como europeos) era que los vendedores eran pocos, no más de tres, y que la intención era desprenderse de toda la tenencia en ese título del Banco Central y comprar dólares rápidamente, cerrando el circuito del “carry trade”. El precio ofrecido a comienzos del día era de $20,50, casi un peso más arriba que la cotización de sólo un día antes, con lo que la convicción de las órdenes creaba aún más zozobra en los operadores argentinos.
Mayor fue la sorpresa cuando se conoció, casi por un descuido de uno de los vendedores de los bonos ante una de las autoridades del Banco Central, que en el centro de las ventas estaba el banco norteamericano JP Morgan. Ese día comenzaba a desprenderse del títulos más simbólico del macrismo: las Lebac del BCRA, el instrumento por el cual, además, se sostenía la estabilidad cambiaria de la Argentina.
La desconfianza de aquellos días se concentraba como conseguiría el gobierno los más de US$15.000 millones que aún faltaban para garantizar el pago de la deuda durante el resto de 2018. Desde el Banco Central de Federico Sturzenegger y el entonces Ministerio de Finanzas de Luis «Toto» Caputo se sabía que habría en cualquier momento coletazos por la interacción de estos factores combinados. Y, en secreto, se sabía que había que estar preparado para eventuales alzas en la oferta de dólares. Había puentes sólidos con el sistema financiero y cualquier operación extraña y que pudiera alterar la estabilidad cambiaria sería alertada a tiempo.
Unas semanas después, el gobierno de Mauricio Macri cerró un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para despejar todas las incógnitas.
El tiempo pasó y llegamos al viernes 27 de junio de 2025. El presidente es Javier Milei y el ministro de Economía Luis «Toto» Caputo. Ambos dominan la situación y parece que la economía se encamina a ser la plataforma de victoria para las elecciones legislativas de octubre. En esa tarde invernal de frio polar, algunos inversores locales y extranjeros se sorprendieron por un explosivo informe enviado con firma clara por el JP Morgan. El banco había recomendado en la última quincena de abril de este año, en un informe similar, traer dólares del exterior, volcarlos a instrumentos locales de deuda en pesos, aprovechar la tasa y estar atentos a eventuales contraordenes, las que dos meses y medio después llegaron.
Ese 27 de junio apareció el trabajo titulado «Tomándose un respiro» donde el JP Morgan recomienda a sus clientes y amigos que «con el pico de ingresos agrícolas ya superado, la probabilidad de salidas continuas de divisas por turismo, posible ruido electoral y cierto bajo rendimiento del peso, que motiva una intervención cambiaria a través de derivados, preferimos dar un paso atrás y esperar a que haya mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos».
El resto es historia. Y un dólar a 1.280 pesos.
Fuente: Mendoza online

Sea el primero en comentar en "El informe que vio venir la tormenta: así acertó JP Morgan"