Intimidad de selección: por qué los jugadores decidieron mudarse al interior y ahora, volver a Buenos Aires

Los jugadores de la selección quisieron irse de Buenos Aires y los jugadores decidieron volver. Gerardo Martino acompañó aquella determinación yEdgardo Bauza quedó enmarañado en la contramarcha. La Argentina regresa al estadio Monumental después de algo más de 16 meses y de hacer escalas en Mendoza, Córdoba y San Juan… Los futbolistas se fueron detrás del abrigo popular y retornan buscando calma. Ya no querían sentirse visitantes en River, y retornan al Monumental., un escenario que preferían evitar.

Una historia de enredos, un coctel de despistes, intereses y poder se esconde detrás. La verdad reclama hacer pie en una cronología. En el interior el plantel encontró el cobijo y la efervescencia que reclamaba. A veces respondió con gratitud y cercanía (en marzo de 2016, en Córdoba, salieron a la puerta del hotel Quorum a saludar a los hinchas) y otras retomaron la cara más fría y lejana, como sucedió en octubre del año pasado, también en Córdoba, cuando prefirieron refugiarse en Salsipuedes, a 40 kilómetros de la capital provincial. Esa elección respondió al desborde que habían vivido en el viaje anterior, a Mendoza, cuando se sorprendieron por la cantidad de curiosos que también se habían hospedado en el céntrico hotel Diplomatic.

Este episodio siguió agigantando el malestar que este plantel arrastra con la clase dirigente de la AFA. Si bien a los jugadores no les gustó descubrirse perseguidos por fans en los pasillos de un hotel, lo que más los irritó fue la neglicencia dirigencial, que no evitó la invasión. Otro mojón en una descuidada logística que suma años. Por eso se encerraron en Salsipuedes (incluso se reservaron todas las habitaciones, aunque la selección ocupó menos de la mitad). Esa noche, la noche de los murmullos que se convirtieron en silbidos tras perder 1-0 con Paraguay, el grupo resolvió no retornar al interior.

Y fueron los mismos que a finales de 2015, todavía con Martino como entrenador, decidieron marcharse de Buenos Aires. El abandono que habían sentido en el debut de las eliminatorias para Rusia 2018 todavía les despertaba escalofríos. Aquel silencio atronador del 8 de octubre de 2015, con un Monumental semivacío en la derrota 2-0 con Ecuador, se juraron no volver a atravesarlo. No les quedó otra que aceptar jugar el clásico con Brasil (1-1) al mes siguiente porque ya no había tiempo por cuestiones de sponsors y protocolo, pero esa iba a ser la última experiencia porteña. Y la AFA los acompañó con un comunicado: «Esta positiva e irrenunciable idea de presentar a la selección argentina en el interior de nuestro país continuará, pues ese es el espíritu de los dirigentes de esta casa».

Pero después de pasar por Mendoza, Córdoba -dos veces- y San Juan, cambiaron su punto de vista. Ahora, preferían la paz. La paz y el control del predio de Ezeiza. «Los hijos de los dirigentes nos siguen a todos lados pidiéndonos selfies.», comentó un jugador para graficar las excursiones por el interior. Y acentuar el fastidio. Y el otro motivo para volver a Buenos Aires fue ahorrarse horas de vuelo, porque al trayecto Europa-Ezeiza, luego había que agregarle el traslado a la provicia en cuestión. Ya no más.

De todos estos asuntos, desde hace 48 horas, el plantel quiere que se encargue Marcelo Tinelli. Lo distinguen como un garante para una mayor prolijidad y profesionalización de las áreas. Tinelli, como Bauza, también se propuso una tarea adicional: que los futbolistas retomen el diálogo con la prensa, que entiendan que el silenzio stampa que decidieron después de algunos episodios puntuales con algún sector de los medios, los perjudica.

Confirmado el regreso a Buenos Aires, comenzó el debate por la sede. Y nacieron los enredos, aunque el nudo es sencillo: los jugadores no querían jugar en River y, en consenso con Bauza, surgió la opción de la Bombonera. «Me manifestaron los jugadores que querían jugar en la cancha de Boca y yo se lo trasladé a los dirigentes. Es probable que juguemos en la Bombonera; representa otro ambiente», explicó el Patón. El técnico se precipitó al hacerlo público y luego, para no exponer al grupo, se hizo cargo de desconcertantes contramarchas. Y la acefalía de la AFA se ocupó de regar los brotes de otro descuido, hasta que el Comité de Regularización impuso las condiciones: Argentina-Chile se jugaría en River por una cuestión comercial, en ningún estadio entran más hinchas. Funcionó: en 48 horas se agotaron los tickets, desde el 8 de marzo no hay localidades, que con un valor de hasta 3000 pesos -plateas Belgrano O, P y Q-, dejarán una recaudación millonaria. Demasiados desenfoques para una selección que suplica por una victoria contra Chile para evitar tempestades.

Fuente: La Nación

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