El mensaje llegó a casi todos los obispos argentinos que hablan con cierta frecuencia con el papa Francisco. La exitosa visita de Javier Milei al Vaticano no calmó para nada las preocupaciones de los prelados sobre la situación económica del país y el impacto social del plan que lleva adelante Milei. En esas conversaciones hubo (y sigue habiendo) desde quejas ante el Papa por demoras en la distribución de fondos a comedores sociales, hasta posturas casi sindicales de rechazo a privatizaciones o hasta mensajes militantes de rechazo a la reforma del Estado. Francisco escucha de todo, pero algunos de quienes hablan con él reconocen que hace un tiempo comenzó a responder con una frase distinta a las habituales: “Déjense de mirarlo a él, empiecen a mirar a la gente que lo votó”.
La frase hoy es comentada en buena parte del cuerpo de la Iglesia más como una orden ejecutiva que como un consejo al alma de los obispos, sobre todo porque casi al mismo tiempo llegó el acuerdo con Sandra Pettovello, la ministra de Capital Humano, con Cáritas y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para la compra de alimentos.
Con el paso del tiempo, el Gobierno envió otro mensaje para dejar en claro que no solo le “aflojó” a la Iglesia con los conflictivos fondos para mantener abiertos los comedores sociales, sino que estaba dispuesto a contarle las costillas a cada intermediario de la ayuda social que sale de las arcas del Tesoro. La semana pasada Pettovello presentó un relevamiento en el que se descubrió que de los 44.314 comedores que figuran en el RENACOM, solo 10 fueron oficializados ante el Gobierno de Alberto Fernández y apenas 2.314 pidieron asistencia. Además, casi el 5% de los alimentos que salían del Ministerio de Desarrollo Social iban directamente a galpones de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, el grupo que anima Juan Grabois. Es decir, los “sellos de goma” también existen en el mercado de los comedores populares.
Algunos creen que este ejercicio de ida y vuelta con la Iglesia y el Papa puede ser la mejor muestra del nuevo modelo de negociación que reconoce la administración Milei. Algún trazo se vio la semana pasada en la convocatoria que terminó con la reunión de gobernadores del viernes en la Casa Rosada, sin Milei, pero con la batuta de Nicolás Posse y sobre todo de Guillermo Francos, que es quien representa la calma en el gabinete a la hora de apagar incendios.https://8c63cea9cee4cf0085e4912b732bda8c.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html
El cruce de mensajes en esa reunión donde nadie esquivó a la foto, ni siquiera Axel Kicillof, que había avisado con ironía que quizás no llegaría a tiempo, incluyó diagnósticos sobre la situación en cada provincia que fueron bastante más duros que lo que se reveló públicamente. Ninguno quiere alentar una crisis social en su territorio y de ahí que aparezca la mesura que se detecta en sus discursos.TE PODRÍA INTERESAR
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La situación es grave y todos lo sienten. Para el Gobierno no es un efecto no buscado de sus medidas sino todo lo contrario: un duro costo a pagar por el ajuste prometido para llegar al déficit cero. Como atender mientras tanto a los “heridos” es la cuestión. Para los gobernadores, peronistas, radicales o del PRO, la discusión no es tan fácil. Ninguna de las medidas ni los estilos de Javier Milei se acercan a su idea de cómo hacer política y mucho menos cómo gestionar. Acostumbrados a que todo tironeo por fondos con la Nación terminaba o con una orden de la Casa Rosada de emitir más para financiarlos si se alineaban con Cristina Fernández de Kirchner, o bien con una condena financiera si se rebelaban, ahora no tienen en claro como leer la brújula de las negociaciones con el libertario.
De todas formas hay realidades que están sobre la mesa sin importar quien gobierne. En 60 días se perdieron 50 mil empleos directos y otros 100 mil indirectos como consecuencia del freno en la obra pública. Ese dato impacta directamente en la agenda de los gobernadores. La suba de precios en alimentos puede haber tenido alguna calma en la segunda quincena de febrero pero solo en algunos rubros y, además, en marzo volvió con toda su fuerza. El pan, símbolo de precios por excelencia, subió 15 % en lo que corre de marzo y en febrero estuvo al tope de la lista de remarcaciones.
En la reunión entre el Gobierno y los gobernadores hubo pocos puntos en común y mucho para discutir hacia adelante, sobre todo en los que tienen alguna ilusión de llegar al 25 de mayo con un acuerdo que permita firmar el pacto de 10 puntos que propuso Javier Milei ante la Asamblea Legislativa.
Hubo acuerdo general en pedir un cambio en la comunicación del presidente. Todos los gobernadores exigen que Milei frene su actividad tuitera violenta. A ninguno de los presentes les preocupa personalmente que el presidente se dedique a atender por la red X a sus enemigos en los términos de insulto que suele utilizar normalmente, el problema es que les complica demasiado la interna. Es imposible mantener posiciones mesuradas cuando desde la otra orilla de la negociación los mensajes llegan en tono de misiles argumentan.
El viernes se inició una negociación con un estilo que podría tener colores distintos. El Gobierno necesita, aunque diga lo contrario, habilitar leyes en el Congreso y en especial algunos tramos, ahora en capítulos divididos, de la Ley Ómnibus. Milei no quiere seguir arriesgándose a que cada medida firmada por su lapicera quede a merced de un fallo judicial que la invalide por inconstitucional.
Esa decisión no parte de una convicción personal del Presidente, que por su estilo podría bien gobernar por DNU, sino de las exigencias que comenzaron a llegarle desde el mercado, del FMI y de algunos países amigos. A esta altura Milei necesita garantizar que su plan tiene sostén político y que puede avanzar en un marco de gobernabilidad creíble. El Fondo ya lo dice públicamente y el mercado mira con optimismo y duda al mismo tiempo la baja del dólar, pero se preocupa seriamente por saber cómo manejará el Gobierno la caída de la recaudación producto de la recesión.
Los gobernadores también le llevaron ese mensaje al Gobierno. Milei cortó las transferencias a provincias por subsidios al transporte y eliminó el Fondo de Incentivo Docente. Ese fue el primer incendio fuerte en la relación de las provincias con la Casa Rosada, pero mal o bien cada uno de los gobernadores se fue adaptando a los recortes, aunque públicamente no lo reconozcan. El problema ahora es otro: la preocupación es por la caída de la coparticipación automática producto de la recesión y la baja en la recaudación. Muchos de ellos, además, van a e tener impacto desde este mes en la baja de su recaudación por Ingresos Brutos y los impuestos inmobiliarios que cobran provincias y también municipios. Axel Kicillof lo dejó bien en claro con una suba en la provincia de Buenos Aires que incluye también patentes y que muchos vecinos hoy no saben si podrán pagar.
En la oferta a los gobernadores aparece retrotraer el cambio en el impuesto a las Ganancias que irresponsablemente Sergio Massa impulsó en la campaña y que también Javier Milei apoyó.
El problema es que en ese punto el país se divide en dos: los gobernadores sureños (quizás los más rebeldes con Milei y que eligieron la semana pasada al chubutense Ignacio Torres como presidente de su nueva liga) no quieren gravar nuevamente con Ganancias los sueldos porque entre sus votantes tienen un alto porcentaje de petroleros o mineros que quedarán alcanzados por el impuesto. En el norte opinan todo lo contrario: es casi imposible que el promedio de salarios de sus provincias llegue a quedar alcanzado por el gravamen.
Ahora todos deben hacer cuentas y volver con la lista de reclamos a la próxima convocatoria de Posse y Francos a la Casa Rosada para un segundo round que quizás no sea tan civilizado como el primero.
Mientras tanto Milei comenzó otra batalla. La suba de sueldos en la administración pública, que en términos libertarios no es otra cosa que “la casta”, se transformó en otro dolor de cabeza. Por impericia o decisión propia el presidente habilitó una suba salarial a ministerios y presidencia que no se tolera en el marco del sacrificio que está haciendo el votante de a pie en la Argentina. En el Congreso la decisión de Milei de dar marcha atrás tiene resistencias y le abre, una vez más, un frente de combate con su socia Victoria Villarruel. A nivel nacional al presidente no le quedó otra opción que subir de nuevo al ring a Cristina Fernández de Kirchner. Juntos están haciendo las delicias de la política a través de redes en este fin de semana que parecía aburrido y ahora se calentó. Hay culpas y acusaciones cruzadas; Mauricio Macri esta vez mira de afuera y con fuerte recelo. Después de todo Cristina y Milei están solos en esta pelea y con eso la expresidenta logra lo que siempre quiere: seguir en el centro de la escena y continuar mostrándose imprescindible en la interna del PJ mientras gobernadores y dirigentes de su partido no saben cómo hacer para jubilarla.
Fuente: Mendoza online
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