El papa Francisco designó hoy arzobispo de La Plata a monseñor Gabriel Antonio Mestre, actualmente obispo de Mar del Plata, quien expresó que acepta “simplemente con mucha alegría y disponibilidad” la misión que se le encomendó.
Mestre reemplazará así a Víctor Manuel Fernández, designado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que asumirá su nuevo cargo en el Vaticano en las próximas semanas.
En diálogo con Télam Radio, monseñor Mestre planteó el desafío de “poder acompañar esta porción del pueblo de Dios más antigua, más grande en estructura, con la particularidad de ser capital de una de las provincias más importantes del país”.
”Simplemente con mucha alegría y disponibilidad acepto la misión que el Papa me encomienda”, expresó tras su designación. Asimismo, manifestó su deseo de ”poder llevar adelante mi lema ´Cristo es nuestra paz´ y recorrer el camino con las hermanas y hermanos que peregrinan en La Plata, sean laicas, laicos, sacerdotes, seminaristas, consagrados. Y como siempre, en diálogo con la sociedad civil buscando colaborar con el bien común, como lo hice en todo momento y circunstancia”, sostuvo el monseñor.
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Mestre es un obispo joven, tiene 54 años, prácticamente de la misma generación que Jorge García Cuerva (55), quien recientemente asumió como arzobispo de la ciudad de Buenos Aires. Impulsor de la búsqueda del diálogo en el ámbito político y del compromiso social, promueve una Iglesia abierta a la cultura contemporánea y está plenamente identificado con la línea pastoral de Francisco.
Se lo conoce como un obispo descontracturado, de buena sintonía con los jóvenes y predicador incansable de la necesidad de superar la grieta.
Con esta designación, Francisco ratifica una línea pastoral de apertura, abierta por Víctor Fernández en los últimos cinco años, en una arquidiócesis que venía siendo conducida por arzobispos disposiciones más conservadoras, cómo Héctor Agüero.
El nombramiento de Gabriel Mestre al frente del arzobispado de La Plata fue publicado hoy en forma simultánea en Roma y en Buenos Aires. Mestre nació en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, el 15 de septiembre de 1968 y fue ordenado sacerdote el 16 de mayo de 1997 por monseñor José María Arancedo, entonces obispo de esa ciudad. Fue elegido obispo marplatense el 18 de julio de 2017 por el papa Francisco y ordenado obispo el 26 de agosto de 2017 en la catedral de los Santos Pedro y Cecilia de Mar del Plata.
Además, es licenciado en Teología con especialización en Sagrada Escritura por la Universidad Católica Argentina, y es miembro de la comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica en la Conferencia Episcopal Argentina. En tanto, la arquidiócesis de La Plata donde asumirá comprende, en la provincia de Buenos Aires, los partidos de Berisso, Ensenada, La Plata, Magdalena y Punta Indio, con una superficie total de 4.652 kilómetros cuadrados y una población de 1.040.280 habitantes de los cuales se estima que el 85 por ciento son católicos. Según el Anuario Pontificio 2022, la arquidiócesis cuenta con 78 parroquias, 138 sacerdotes (123 diocesanos y 15 religiosos), 4 diáconos permanentes, 87 seminaristas mayores, 45 religiosos, 333 religiosas y 192 centros educativos de la Iglesia.
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Mestre es marplatense. Desde que en 2017 se hizo cargo de la Diócesis de Mar del Plata, siempre con un mate a mano, hizo del diálogo con los más amplios sectores de la comunidad y la cercanía con los más necesitados un culto cotidiano. El abanico político local, casi sin excepciones, le reconoce su desempeño durante estos años.
Cada año tiene en Mar del Plata una exposición nacional como anfitrión de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (Cepas), que reúne a las principales figuras de la Iglesia y también de la política para debatir sobre programas de acción para atender las principales problemáticas sociales del país, en particular la pobreza. Siempre ha sido firme en exponer la gravedad de la situación, en particular desde la experiencia cercana en su ciudad.
Bajo el lema “La vida es tiempo de encuentro” reunió en marzo pasado a medio centenar de dirigentes, funcionarios políticos y empresarios de Mar del Plata, desde el intendente hasta referentes de organizaciones sociales, en un encuentro inédito por la asistencia casi perfecta de los convocados. Lo había hecho en 2019 y la pandemia impidió que esta suerte de retiro tuviera ritmo anual.
“Es casi un milagro”, había bromeado en la oportunidad, feliz por la respuesta lograda para hablar de las necesidades sociales del distrito. “Hasta vino algún ateo”, reconoció entre quienes escucharon sus meditaciones que apuntaron a la unión de esfuerzos por el bien común.
Se involucró de manera directa cuando hace unos años buscó mediar en un conflicto entre el gobierno municipal y quienes participan del rescate de materiales para reciclado dentro del predio de disposición final de residuos. Desde ese lugar generó una mesa de diálogo que primero se involucró directamente a la situación de ese basural y luego amplió el radio con la denominación de “Mesa de Diálogo por la Dignidad de las Periferias”, para sumar a la dirigencia y trabajar a mayor escala la complicada problemática social del distrito.
En los últimos meses ha tenido reiteradas apariciones y declaraciones públicas para destacar el aumento de la pobreza, con notoria evidencia en los barrios, donde las comunidades parroquiales tienen una mejor lectura de las necesidades de la gente. “La inflación galopante que ha dañado la estructura de la tradicional clase media”, advirtió hace pocas semanas.
También se destacó por su comportamiento frente a hechos en los que miembros de la comunidad religiosa quedaron involucrados en hechos vinculados con delitos de abuso sexual. El propio Mestre convocó a una conferencia de prensa para confirmar la separación de un sacerdote. Antes había recibido a familiares de la víctima y los instó a denunciarlo en la justicia.
“Acompañé la denuncia con material y soy testigo por parte de la familia”, dijo entonces y se puso a disposición para declarar en esa causa. “Cuando me llamen, iré. Soy consciente del daño grave que le cometieron al menor”, aseguró entonces.
En esta temática había recibido críticas por una misa que había convocado para rezar por una docente que fue acusada de abuso sexual en un establecimiento que depende del Obispado. “Uno puede rezar por la persona más santa y más pecadora”, dijo entonces al diario La Capital. La maestra fue enjuiciada dos veces. En el primer proceso resultó absuelta. En el segundo solo se la condenó por uno de más de diez casos”, sentencia muy cuestionada y que está recurrida por su defensa.
Fuente: La Nación
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