“La Argentina tiene el paso cansado, la mirada baja y un dolor que atraviesa las cosas de todos los días. ¿Cómo llegamos a esto? Para encontrar respuestas es necesario apelar a la memoria…”
La frase, levemente poética e impresa sobre imágenes de video con argentinos sufriendo la miseria y la desesperanza, podría corresponder perfectamente a la impresión que genera en estos tiempos el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Sin embargo, no es lo que parece. Es el texto que un locutor narra sobre el trailer de “Tierra Arrasada”, el documental que estrenó en diciembre de 2019 el cineasta Tristán Bauer. Los Fernández acababan de ganar las elecciones y el filme era una denuncia militante contra el gobierno de Mauricio Macri y Juntos por el Cambio. Además del ex presidente, aparecían Mirtha Legrand, Jorge Lanata, imágenes de jubilados tristes, de represión policial y una que se burla del ex senador Esteban Bullrich, ahora retirado de la política activa por estar enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica. Bauer, cuya mejor película sigue siendo “Iluminados por el fuego”, sobre la Guerra de Malvinas, se quedó en los días siguientes con el ministerio de Cultura.
“Una noche volvimos y vamos a ser mejores”, grita Alberto Fernández en la imagen final del trailer de “Tierra Arrasada”. Casi una broma amarga si se contrapone la película con el estado de la Argentina actual. Un thriller con la inflación marchando hacia el infierno del 100% anual, la pobreza superando el 40% del país y un infierno diario compuesto de piquetes, protestas callejeras, tomas ilegales de propiedades, violencia e inseguridad urbana.

La mención al medio metraje de Bauer viene a cuento porque la utiliza un funcionario muy cercano al ministro Sergio Massa. Alguien que describe el plan alternativo de la Vice y su hijo.
“Cristina y Máximo están jugando a dejar tierra arrasada; si no ganan y tienen que dejar el poder, prefieren quemar todo y hacerle la vida imposible al que gane de la oposición en vez de ayudar a que pueda ganar uno de nosotros. Es ellos, o nadie”.
Esa es la impresión que viene creciendo en todos los sectores del peronismo. En los dirigentes más cercanos a Massa, entre varios de los gobernadores y también en los que juegan a acompañar el disparatado arrebato de Alberto para resucitar su proyecto de reelección. Una utopía que no encuentra eco en ninguna encuesta. Ni siquiera en aquellas que encarga la Casa Rosada.
Te puede interesar: Cristina y Máximo contra “Los Gordos”: una batalla por el poder entre millonarios
Hasta ahora, las estocadas kirchneristas contra Massa eran empujones cariñosos. Algún tuit de Cristina, salpimentado luego con una declaración amistosa de Máximo o de Andrés Larroque, el camporista encargado de poner a los funcionarios al asador de las purgas estalinistas. Martín Guzmán y Claudio Moroni pueden atestiguar sobre ese implacable mecanismo de la justicia divina que emana desde la Vicepresidenta hacia el peronismo.
Pero esta vez, el mensaje para el ministro de Economía fue directo al mentón. Máximo Kirchner no se presentó para darle quórum al proyecto de Presupuesto en la Cámara de Diputados. El hijo de dos presidentes ya había jugado a la rebeldía peronista cuando votó en contra del acuerdo con el FMI, pero ahora se trataba de la ley de leyes. Del financiamiento para el año próximo. La herramienta indispensable que Massa necesita para administrar mientras Alberto y Cristina viven en sus mundos.
Claro que la cosa no terminó allí. Un rato después de terminada la votación del Presupuesto 2023, cuando Massa respiraba aliviado porque la ley ya tenía media sanción y se encaminaba hacia el escenario más confortable del Senado, Cristina hizo una manifestación de su descontento a través de las redes sociales.
“Resulta francamente inaceptable este nuevo aumento, esta vez de dos dígitos (13,8%), que el Gobierno autorizó a las empresas de medicina prepaga, y que de esta manera suman un aumento del 118%, o sea más de un 20% más que la inflación anualizada”.
El tuit reitera un mecanismo engañoso que Cristina comenzó a utilizar en el primer año de la gestión de Alberto. Destroza al Gobierno como si ella no fuera parte del Gobierno. Y, en este caso, critica un aumento que afecta a los sectores medios y medio altos de la sociedad que atienden sus problemas de salud acudiendo a empresas de medicina prepaga. Un segmento en el que sus votantes son minoría. Se trata de un golpe para el ministro Massa, y otro por elevación destinado al Presidente.
La evaluación en la Casa Rosada y en el ministerio de Economía era más o menos la misma. La queja de Cristina era una excusa para no manifestar las verdaderas razones de su fastidio.
Fuente: Infobae.com
Sea el primero en comentar en "Cristina, Máximo y el plan alternativo de la tierra arrasada"