MENDOZA.- Hay gestos que hablan por sí solos. Maneras de exteriorizar lo que se vive por dentro y que poco se sabe o se cuenta. El enérgico abrazo entre Gonzalo Martínez y Rodrigo Mora, con salto en el aire incluido para festejar el agónico 2-1 de River ante Godoy Cruz, encerró dos realidades: la del delantero, que se sacó de encima un enorme peso y volvió a convertir oficialmente tras exactamente un año (1-2 con Patronato el 2 de abril de 2016); y la del Nº 10, que volvió a ser el mejor jugador del equipo, asistió en los dos goles y empieza a demostrar por qué Marcelo Gallardo decidió apostar por él y sostenerlo durante dos años.
A pesar de seguir a ocho puntos del líder Boca, el panorama es alentador. De la mano del Pity, el hombre del momento, y con los aportes de Nacho Fernández y Ariel Rojas, más la calidad de Lucas Alario para definir en el primer gol, la victoria se construyó lentamente desde el primer minuto. Porque se vio un equipo decidido, que supo a qué jugar y que buscó constantemente el gol sin resignar la idea futbolística, ni siquiera cuando las acciones estaban igualadas -antes del complemento, Javier Correa sacó un fuerte remate, que Augusto Batalla alcanzó a tapar, pero a medias, ya que luego del pique, la pelota terminó ingresando mansamente a la red.
Por momentos, el ataque mostró conexiones más que interesantes, con un buen aporte de Milton Casco, para intentar acercarse al área rival a puro toque y con posiciones que fueron rotando. Es que el medio campo millonario, de a ratos, no tiene puestos: los jugadores rotan y se mueven de acuerdo a lo que pide la jugada o el instante del partido.

Eso sí, el desorden táctico que termina favoreciendo a la hora de crear fútbol, puede ser perjudicial para defender. Cuando perdió la pelota rápido en el medio, sufrió. Y la espalda de Moreira, quien no tuvo un buen partido más allá de sus incursiones ofensivas, terminó siendo una invitación para Godoy Cruz, que utilizó ese sector para llegar con peligro.
También la puntada final sigue siendo un problema a resolver. Tanto Sebastián Driussi como Iván Alonso y hasta el propio Casco tuvieron situaciones claras para poder marcar, en varias oportunidades, y así no llegar hasta el final del partido con la incógnita en el resultado, que se terminó inclinando de la mano de la pegada de Martínez, quien además de asistir con un gran pase en profundidad a Alario en la apertura del marcador, envió el centro en el gol de cabeza de Mora.
Con los tres puntos que se llevó de Mendoza, River quebró un récord fuera del Monumental: enfiló tres victorias consecutivas -ante Independiente de Medellín por 3-1, por la Copa, frente a Lanús por 3-1 y la de anoche contra los mendocinos- luego de más de dos años. Es que la última vez que River lo había logrado había sido entre diciembre de 2014 y febrero de 2015: 1-0 a Quilmes en la última fecha del Torneo Transición, 1-0 a San Lorenzo por la Recopa Sudamericana y 4-1 a Sarmiento de Junín en la primera fecha del Torneo de Primera División. Por aquel entonces, también había logrado 12 partidos sin caídas fuera de casa desde que asumió Gallardo -16 si se suma la etapa de Ramón Díaz-, hasta que perdió con Racing por 1-0 en el duelo que terminó definiendo el destino del Torneo Transición que ganó la Academia.
Un karma que queda atrás
Durante 2016, los partidos como visitante fueron un dolor de cabeza: el millonario jugó 20 duelos, entre los dos torneos domésticos, la Copa Libertadores y la Recopa Sudamericana. Y los resultados no acompañaron: perdió 10, empató seis y sólo ganó cuatro, frente a Trujillanos (4-0), Olimpo (1-0), Talleres (1-0) y nuevamente Olimpo (2-1). Para el reinicio del fútbol tras el extenso receso veraniego, una de las prioridades era poder dejar atrás las complicaciones que le traían las salidas del Monumental. Y lo está cumpliendo con creces.
Pero la expedición no tuvo solo buenas noticias. Marcelo Larrondo, quien viajó con el plantel para jugar con la reserva ayer a la mañana, al igual que Luciano Lollo y Tomás Andrade, no pudo estar. En la entrada en calor, sintió molestias de la lesión muscular en el aductor derecho que sufrió a principios de marzo y prefirió no jugar. Un paso atrás en la recuperación de un jugador que, hasta ahora, trajo más dolores de cabeza que satisfacciones en Núñez. Es que luego de la gran expectativa que generó su costosa llegada -se invirtieron 3.300.000 dólares para comprar el pase-, sólo contó con 131 minutos oficiales, entre un partido como titular y cinco en los que ingresó desde el banco, debido a los sucesivos problemas en la rodilla derecha. Ahora, se esperará al nuevo diagnóstico, aunque desde el entorno del jugador aseguran que no jugó por precaución y podrá estar a disposición en unos pocos días.
A pesar de esto, los éxitos en duelos fuera de casa que a priori eran más que bravos, hacen doblegar la historia y, en pocos días, sumó el 75% de las victorias que había logrado en tierras rivales durante el año pasado. Con cuatro victorias y un empate, los resultados y los rendimientos, con un marcado ascenso del nivel futbolístico respecto a la versión del último semestre, permiten dar rienda a la ilusión.
Fuente: La Nación

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