Ese bombazo de Lucas Martínez Quarta sobre el final del partido le devolvió las esperanzas a River y a pesar de haber caído 2-1 como local contra Palmeiras, dejó la serie abierta para la revancha en Brasil el miércoles. Después de un primer tiempo olvidable, el equipo de Núñez se recuperó en la segunda parte, con un planteo más lógico y con más empuje que fútbol, para llegar a un descuento que todavía lo hace respirar en los cuartos de final de la Copa Libertadores.
Es que la sensación al terminar la primera parte era la misma entre todos los que estaban en el estadio Monumental. La eliminación quedaba a la vuelta de la esquina porque no se recordaba un baile semejante de un equipo visitante a River en un tiempo en Núñez. El conjunto de Marcelo Gallardo se iba cabizbajo al vestuario después de haber recibido dos goles y de haber padecido la superioridad de Palmeiras. Incluso con Franco Armani como figura y sostén para que la diferencia no fuera mayor.https://www.youtube.com/embed/IluAj1X_MS8?si=_HoNqqtAndu5Ug3D&enablejsapi=1&origin=https%3A%2F%2Fwww.clarin.comhttps://95e21cb1b3edb3c5b730c6afaa87bcd5.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-45/html/container.html
En la previa, el Monumental era una caldera, pero rápidamente se apagó. A los 5 minutos, Gustavo Gómez -solo, lo perdió Portillo- eligió dónde ubicar la pelota con un cabezazo tras el córner de Andreas Pereira. Y desde ese momento, empezó un repertorio del equipo brasileño, que hizo lo que quiso en el césped. Manejó la pelota a su antojo, la hizo circular de un lado a otro, tuvo dinámica, atacó y fue contundente. Ni siquiera tuvo que hacer demasiado esfuerzo para defender porque River le facilitó las cosas también. Recién pateó al arco a la media hora de juego y Weverton fue un espectador de lujo.
Es que el conjunto de Núñez salió a jugar en su campo. Se supo inferior a Palmeiras y Gallardo mandó a la cancha a siete futbolistas con características defensivas (los cinco de atrás más el doble cinco de Enzo Pérez y Castaño) y ocho si se suma al arquero. Era lógico que se robusteciera hacia atrás pero llamó la atención la postura inicial de pararse tan en su campo y de dejar de lado los mandamientos ofensivos. Incluso, salió con Maxi Salas -que no gravitó- como único delantero, ya que Driussi se paró en la misma línea que Nacho Fernández, ambos por delante del doble cinco para armar un cuadrado en el medio.Foto: AP / Gustavo Garello
Sin embargo, River no siente jugar de esa manera. Y se vio desbordado. Gallardo miraba incrédulo y al cuarto de hora mandó a Driussi de punta y quedó con tres medios como en La Plata ante Estudiantes pero su equipo sucumbió ante un rival más fuerte.
La presión que intentó hacer tampoco le dio resultados porque Palmeiras la salteaba con facilidad y, por momentos, el equipo local salía de a uno. Entonces, era pan comido para el Flaco López y Vitor Roque cuando les llegaba la pelota, ya que encontraban espacios para expresas todo su potencial. Como sucedió en el segundo gol, en el que River perdió la posesión fácil y Palmeiras le sacó jugo para culminar la jugada con un gran pase del ex Lanús a Roque, quien ganó en velocidad y definió con un toque sutil.
Palmeiras manejaba todo a su ritmo y al compás de Andreas Pereira, el belga-brasileño que llegó recientemente como refuerzo de lujo y casi hace un golazo de tiro libre, pero Armani lo evitó. Y de otro córner suyo, Evangelista cabeceó y dio en el palo.https://95e21cb1b3edb3c5b730c6afaa87bcd5.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-45/html/container.html
Al segundo tiempo, River salió a jugar con un 4-4-2 con el ingreso de Juanfer Quintero y la salida de Enzo Pérez. Pasó Portillo al medio y levantó al igual que Castaño, y también entró Martínez Quarta por Díaz, que estaba al borde de la roja. Y enseguida se quedó sin Driussi, que salió lesionado. Y se metió Colidio. Y más tarde Borja y Lencina.Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Pero Palmeiras estaba bien plantado, aunque se confió. Lo dejó venir a River y se sostuvo en Gustavo Gómez, que sacó todos los envíos, menos el de la polémica. Weverton impactó su rodilla en la espalda de Montiel antes de rechazar con los puños. El VAR llamó al árbitro Valenzuela por la falta y hubiese sido penal, de no ser porque el lateral estaba en offside milimétrico.
Ni eso parecía salirle al local hasta que Martínez Quarta se animó a patear y metió el gol de la esperanza. Y Borja casi lo empata en la última. River la sacó barata y todavía respira.
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Redactor de la sección Deportesmbenozzi@clarin.comBio com
Fuente: Clarín.com
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