La realidad está empezando a desaparecer, fagocitada por la IA

Peor todavía, me confía que les anunciaron que el futuro de los lectores de pantalla está en la IA. Se suponía, me explica, que los lectores de pantalla solo leían la pantalla, y la pantalla, dentro de todo, es algo real. Es la persona la que sabe qué son, incluso sin verlos, un cuadro de diálogo, el Escritorio, la barra de tareas o el botón Inicio. Me describe el arduo (y mayormente desconocido) trabajo al que debe someterse una persona privada de la vista para captar estos conceptos en los que aquellos que podemos ver ni siquiera reparamos. “Para una persona que ve, están ahí, son obvios –me dice, por WhatsApp–. Algunos de nosotros, y a mí me tocó, aprendimos con maquetas táctiles cuáles son las ventanas más importantes de Windows.”

Francisco, que es ciego, está muy preocupado, aunque cifra sus esperanzas en que las compañías que producen lectores de pantalla sean cautelosas y razonables. En mi experiencia, va a pasar como con mobile first o las redes sociales; es decir, las compañías se suben a cada nueva ola tecno porque la ola no les deja ver el horizonte, no porque sepan exactamente lo que están haciendo.

Pero el asunto –todavía queda por ver cómo implementarán la IA en los lectores de pantalla– me dejó pensando. ¿Hasta qué punto todos los demás realmente estamos viendo el mundo? Bueno, en muchos casos no lo estamos viendo, ese es el punto.

Creeme

Hasta el 30 de noviembre de 2022, veíamos imágenes y videos de la realidad, no la realidad en sí. Por supuesto, accedemos físicamente (sensorialmente, si me permiten la sutileza) al mundo que tenemos a mano, pero todo lo demás nos llega como una representación. Y cada vez llega más como una representación tuneada. En su momento, el Photoshop causó escándalo, no sin razón, y originó regulaciones que obligaban a informar si una foto había sido alterada digitalmente. Algo bienintencionado, pero que la inocencia les valga, porque ahora pasamos del Photoshop a consumir realidades sintéticas, casi sin darnos cuenta. Es un problema.

John Warnock, fundador de Adobe, la compañía que creó el Photoshop
John Warnock, fundador de Adobe, la compañía que creó el Photoshop@AdobeLat

El acceso indirecto y mediatizado a una parte sustancial de la realidad ocurre desde hace muy poco tiempoCiento cincuenta o doscientos años. No mucho más. Antes de eso, claro, había crónicas de viaje y registros históricosgrabadospinturas frisos. No siempre que hubo foto hubo video, es menester aclarar aquí. Pero casi todo lo que llamamos realidad era para los seres humanos algo, bueno, real. No teníamos fondos de pantalla con atardeceres ni memes basados en personajes de ficción que nunca habías visto sino en una pantalla. Ni hablemos del metaverso o, válgame, las deep fakes. Como mucho, y de forma muy acotada, tenías ficción literaria, cuadros como los de El Bosco o los grabados del poeta Blake. Pero contrastaban de forma clara y distinta con la realidad y, por otro lado, no tenían una presencia cotidiana importante. Viví en un mundo así, y casi todo era real.

William Blake, poeta genial y grabador imaginativo
William Blake, poeta genial y grabador imaginativoWikipedia

Ya sé, esa última afirmación suena como que me está haciendo mal la medicación, pero lo que intento decir, sin ninguna nostalgia, es que estamos evolutivamente preparados para un mundo donde la realidad es muy fácil de circunscribir. Como debate filosófico, la realidad da para largo. Pero en la diaria, nuestro sistema nervioso, nuestros sensores y nuestras estructuras psíquicas evolucionaron en un sentido muy claro. Creemos en lo que percibimos. ¿Por qué? Porque es real. ¿Estás seguro? No importa si estoy seguro. Estadísticamente, es real en el 99,99% de los casos. El 0,01 restante no justifica que estemos verificando si la realidad es real o no a cada segundo. Por lo tanto, creemos.

Ese 0,01% es el valor que está creciendo, visiblemente.

¿Cómo llegamos a esto? Con la aparición de una serie de tecnologías, una parte de la realidad fue reemplazada por una representación de la realidad. Esto amplió nuestros horizontes; lo viví también en primera persona. Por ejemplo, vi al primer ser humano poner un pie en la Luna, en vivo, en una tele blanco y negro.

Entre esos horizontes están también las artes más nuevas. Es cierto que el teatro es ficción, pero los actores están ahí, de verdad, y esa naturaleza anfibia es una de las razones que lo vuelven tan poderoso. Pero la representación de la realidad nos dio el cine, la fotografía y, por supuesto, elevó varios peldaños la capacidad de informar del periodismo.

El inmenso Federico Fellini creó mundos, pero todavía sabíamos que lo que ocurría en la pantalla era ficción
El inmenso Federico Fellini creó mundos, pero todavía sabíamos que lo que ocurría en la pantalla era ficción

Sin embargo, nuestros sistemas nerviosos no cambiaron. Seguimos, en lo profundo de nuestros cerebros, sin dudar de lo que vemos y oímos. Ahí es donde la artificiosidad cada vez más realista de la IA asusta. Asusta porque no vamos a cambiar 700 millones de años de evolución biológica en este planeta porque de pronto a Sam Altman se le ocurre poner en la Web un modelo generativo de lenguaje (o sea, ChatGPT) o porque ahora podés animar tus fotos con Gemini, de Google.

En la raíz del conflicto que estamos empezando a transitar está el hecho de que para nuestra psiquis, si parece real, es real.

Estrés postraumático

Por supuesto, si dudamos, mejor; pero eso requiere años de entrenamiento y es cualquier cosa menos confortable. Dicho en términos neurológicos, no hay un premio dopaminérgico por dudar. Como cualquier hábito que va contra lo que dicta esta red neuronal que somos, tiene un costo.

Además, el cerebro tiene su propia definición de realidad, y si un video generado por IA expone a una persona de una forma repugnante, el primer impacto va a ser emocional y psíquico, y el estrés postraumático no se va a diferenciar en nada del que causaría un video verdadero.

Está todo bien con ponerle nombres ingeniosos a los acosadores (trolls, por ejemplo), pero para la mente humana el dolor que causa lo virtual o lo generado por IA es por completo real
Está todo bien con ponerle nombres ingeniosos a los acosadores (trolls, por ejemplo), pero para la mente humana el dolor que causa lo virtual o lo generado por IA es por completo realShutterstock

Así que en mi opinión tenemos un problema mucho más grande que si la IA alucina o miente. Las fotos, las filmaciones y los registros de audio, que durante al menos un siglo y medio fueron garantía de fidelidad, ahora son terreno resbaladizo. La realidad tal como la conocíamos está desapareciendo, y, hasta donde puedo ver, no hay una salida sencilla para este laberinto. Como no la había en su momento para la privacidad, que las compañías de Internet lotearon sin escrúpulo.

Solo que ahora es mucho más peligroso. Porque podemos imaginar un mundo sin privacidad (era lo normal, hace decenas de miles de años); es un retroceso, pero lo podemos imaginar. Pero es imposible prescindir de la realidad.

Por Ariel Torres

Fuente: La Nación

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